por F. Paredes | 28 Dic, 2017 | Lucas habla
Esto es básico para mí. Cuando te acerques a mí, hazlo como si te acercaras a un niño “normal” o lo que para ti es un niño normal.
Intenta bajar tu voz e intenta que no te moleste si no me puedes tocar. Tenemos hipersensibilidad. Imagina que por un momento te llegaran todos los ruidos que hay en el ambiente al mismo tiempo y no pudieras filtrarlos; que tuvieras un batiburrillo en la cabeza que te volviera loco y no fueras capaz de entender nada.
Pues así me llegan a mí los sonidos.
Me pasa igual con el tacto. Siento todo contacto al mil por mil y cualquier cosa que me roce en el cuerpo supone para mí un gran esfuerzo.
Podrás reconocer esto porque me asusta el ruido y porque a veces me quito la ropa.
NO te asustes, sabiendo lo que te he contado antes, entenderás como tienes que entablar conmigo el primer contacto. Cuidado con tu comunicación no verbal, como te he dicho, soy hipersensible y si veo que pones caras raras o que haces algún tipo de gesto extraño me doy cuenta y esto dificulta el acercamiento. Soy autista pero me doy cuenta quizás de cosas que tú no puedes.
Acepta de entrada mi diferencia, dame mi espacio y no te acerques con las mismas expectativas que a otros niños, pero con normalidad. Solamente tienes que poner esto en práctica para que poco a poco te vaya abriendo el camino hacia mí.
Si respetas estas normas de manera sistemática, irás observando como un día rompo las barreras y posiblemente el que me acerque sea yo a ti.
Ten en cuenta también otra cosa muy importante: en los primeros días de acercamiento motívame y alégrate porque yo las miradas no las regalo. Mi sistema cognitivo no funciona como el sistema al que estás acostumbrado. Me cuesta trabajo mantener la atención, por ello unos segundos conmigo o que te dedique una simple mirada es un triunfo que has de llevarte como un tesoro y recordarlo para la próxima vez que te vea. Pues yo lo haré.
Por último y esto es importante, a veces hago aleteos con las manos y balanceos en los que invado tu espacio vital, muestra tranquilidad; si te asustas, me asusto. Nunca te voy a agredir. Nunca te voy a hacer daño, en todo caso piensa que el que podrías hacerme daño eres tú a mí. Cambia los paradigmas con los que te acercas a mí, pues yo no puedo hacerlo contigo. Yo siempre actúo igual. Pero repito, si eres cuidadoso y pones en marcha estas cosas tan simples los avances conmigo serán sorprendentes, ya lo verás.
Esto será el comienzo de una gran amistad.
-Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
por F. Paredes | 25 Dic, 2017 | Padres
Mis días están llenos de ojalás y mis noches de quisiera.
Ojalá hijo mío que cuando digas tu primera palabra yo esté delante
Quisiera recordar esa palabra como la llave del Castillo de tu silencio
Ojalá que notaras mi ausencia, aunque lo que me duele es que no notes mi presencia
Quisiera que me abrazaras cuando llegara del trabajo, como lo hace cualquier hijo que espera a su padre
Ojalá hijo que tu aprendizaje no se pare nunca
Quisiera no tener que acostumbrarme a tus retrocesos como tantas veces ha pasado
Ojalá hijo mío no notes la indiferencia de los no solidarios
Quisiera que te ayudaran los solidarios a alcanzar el máximo de tus posibilidades
Ojalá hijo mío multipliques por dos los abrazos que nos debes
Quisiera estar cansando de tenerte tanto tiempo encima
Ojalá hijo, que aunque no puedas decirlo, te parezcamos la mejor familia del mundo
Quisiera que nunca tuvieras dudas de nuestro amor y nuestros esfuerzos por hacerte feliz
Ojalá hijo mío te pelearas con tu hermano, como hace siempre el menor con el mayor
Quisiera que tuvieras claro que tu hermano mayor siempre será tu guardián. Nunca dejará que te hagan daño
Ojalá hijo mío supieras que tu diferencia, son nuestras ganas de vivir
Quisiera que lo normal fuera que fueras a un cole normal
Ojalá hijo mío en tu mundo diferente no existan las cosas malas del mundo de los normales
Quisiera, que si de verdad no te enteras de algo, no te enteres de las cosas que hacen las malas personas
Ojalá ya no cambies nunca
Quisiera recordarte siempre como eres ahora
¡Mis días están llenos de ojalás y mis noches de quisiera!
-Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
por F. Paredes | 21 Dic, 2017 | Noticias
Brindamos por aquellos que hacen de la dificultad una oportunidad para la mejora.
Brindamos por gente que se ríe cuando da los buenos días.
Pero no lo hacemos, por aquel que tiene para un móvil caro y no tiene para dar 20 pavos a una ONG; ni por la carrera en la media que cubre tu alma; ni por la adolescente que no hace caso al “diferente” de la clase.
Brindamos por aquel que nos hace reír y nos dice: ¡ánimo que lo estáis haciendo estupendo!
Pero no lo hacemos, por aquel que da consejos llenos de serrín ni por los que pescan para luego tirar los peces a la basura.
Nosotros brindamos por las personas guapas de corazón. Por aquellos que retiran los muebles viejos para conseguir una cabeza bien amueblada; pero no lo hacemos por la piedra en el zapato de otro, ni por el parche de los piratas que saquean los barcos de las oportunidades de los más débiles.
Brindamos por la belleza interior y por los que sin poder hablar comunican más que los charlatanes; pero no lo hacemos por las mesas viejas de los bares, ni por el WhatsApp del borracho a su ex.
¡Claro que brindamos por padres luchadores, por madres valientes y por hermanos que renuncian a su rol por cuidar a una persona con autismo! pero no lo hacemos por idiotas consentidos que juegan con sentimientos ajenos, ni por el compañero que te hiere para que suba un poquito más su IRPF.
Brindamos por gente sencilla que no quiere tu dinero, sino que te quiere a ti; que no buscan en ti “sillones” para que descanse su ego, sino lamer tus heridas y simplemente escucharte. Claro que no brindamos por aquel que pega, que hiere, que amenaza; por el que insulta o por el que hace daño simplemente para que no se vean sus miserias a la luz del día. Tampoco por el rímel corrido de la mujer que llora esperando al hombre que no la deja marchar.
Brindamos por la buena gente, por la abuela cariñosa, por el vecino simpático y por el conserje amable; pero no lo hacemos por el que no te espera en el ascensor, por el que no recicla y por el que te pregunta cuánto ganas sin conocerte de nada.
Brindamos, hasta más no poder, por gente que integra, por gente que ayuda al más débil y no espera nada; pero no brindamos por las peleas entre hermanos, ni por la madre que no quiere a su hijo que es diferente, ni por la persona que sale corriendo cuando se rompen sus expectativas sobre su hijo.
Brindamos porque algún día las Navidades para todos sean Blancas y no existan Navidades azules, ni rojas, ni verdes, ni amarillas, sólo blancas. Los niños se merecen unas Navidades Blancas, sólo blancas.
Las personas que hacemos posible “Reflexiones de una persona con autismo”, os deseamos a todos Feliz Navidad y os agradecemos de todo corazón el apoyo que nos habéis ofrecido desde el primer día. Levantamos nuestra copa bien alta y brindamos por vosotros, por hacer que la integración cada vez sea más posible.
¡¡GRACIAS DE TODO CORAZON Y FELIZ NAVIDAD!!
-Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
por F. Paredes | 18 Dic, 2017 | Lucas habla
NO sé qué le pasa, pero le noto triste. Sus cosquillas no huelen igual que siempre y su cara está cansada.
Yo sé que tratar conmigo no es fácil, pero tienes que decirle que cuando rompo algo no es esa mi intención. Yo no veo las cosas como vosotros. Para mí la cortina azul del salón no es una cortina, es la liana de la que me puedo colgar para llegar hasta la mesa donde coméis con los amigos, que es mi casa de madera en la copa del árbol.
¡Anda!, dile que no esté triste.
Cuando yo vuelvo de nuevo a hacerme pis es que algo me ha pasado. ¿Qué os creéis que a mí me gusta ir mojado por la calle? Lo que pasa es que no os lo puedo contar. Ni puedo, ni vosotros lo entenderíais.
A veces, solamente porque en lugar de llevarme al parque de siempre decidís irnos a dar un paseo rompéis mi rutina y eso, que para ti es un hecho nimio, para mí es la ruptura total de mi mundo que se basa en la rutina y en estar siempre en entornos conocidos por mí.
¡Habla con él y dile que no esté triste!
Si lo que le preocupa es mi futuro, dile que no sufra y que lo vea igual que el de mi hermano. El hecho de mirar el futuro crea incertidumbre y ansiedad al imaginar escenarios probables que probablemente nunca sucederán como imaginas.
Dile que se sitúe en el presente conmigo. Que baile conmigo como lo hizo ayer. Que juguemos a intentar darme abrazos y yo salir corriendo. La vida es un juego para mí y siempre lo será.
¡Dile que no esté triste!
Que mande a pasear a esos pensamientos radicales: mi hijo nunca hablará, mi hijo nunca sabrá cruzar una carretera… dile que eso no lo sabe él, ni nadie. Que se empiece a hablar a sí mismo con un lenguaje menos lleno de “nuncas” y de “siempres” y más repleto de “seguros” y de “estoy convencido”. Todo empieza en el lenguaje contigo mismo. Que le limpie la cara y que aprenda a comunicarse consigo de otra manera. En eso yo soy un experto
¡Que no esté triste!
Que yo me entero. Que yo me doy cuenta. Que cuando me da un beso de esos que yo esquivo, veo de cerca su cara y veo surcos que antes no veía. Que no se me escapa nada. Que tiene que tener en cuenta que su estado de ánimo y el mío van de la mano. Que quiero que esté alegre y yo lo estaré más. Siempre más en las cosas positivas.
Por favor, ¡dile que no esté triste!
Que hago todo lo posible por comunicarme. Que es cierto que no hablo, pero también es cierto que cuando quiero algo siempre acertáis… ¡no creáis que sois muy listos!, jejejej, es que sé comunicarme. No como os gustaría, pero sí sé hacerlo. Practico todos los días en hacerme entender y sé que vosotros comprendéis mi sistema de comunicación. Por lo tanto que no sufra por mi habla pues ya he empezado a dar abrazos. Hace seis meses ni sabía qué era eso. Con lo cual que no pierda la esperanza de que un día se levantará y le diré Papá.
Por último, dile que deje pasar a la tristeza; que ni la mire ni le hable ya que no es buena pareja para ir al cine con ella. Las películas que podrá ver son sólo de miedo y a mí no me gustan. Me encantan las comedias y me encanta cuando nos reímos y bailamos juntos.
Que sé que es humano, pero que no descanse mucho en los brazos de la “señora tristeza” que sólo nos puede llevar a todos por caminos sin árboles y ríos de agua negra.
Y dile que le quiero, que un día me levantaré y seré yo el que se lo diga. Que tenga paciencia.
-Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
por F. Paredes | 14 Dic, 2017 | Formación
¿Te imaginas que de cada dos veces que te fueras a tomar un refresco, una de ellas estuviera tan caliente que pudieras echarle fideos? ¿Que cada dos veces que encargaras una paella para comer con tu familia, una de ellas, la paella no tuviera arroz?
¿Cómo te sentirías si de cada dos veces que pides una cosa por internet, una de ellas no fuera lo que hubieras pedido? ¿Y si de cada dos veces que pides pizzas una de ellas te trajeran comida china?
¿Y si tu mascota de cada dos veces que la sacaras a hacer pis no lo hiciera y una de ellas se meara en el sillón que tanto esfuerzo te ha costado comprar?
¿Qué pasaría en tu vida si de cada dos veces que quedaras con tu mejor amigo, una de ellas no fuera? ¿Y si de cada dos veces que le pides algo a tu vecino una de ellas te mandara a esparragar? ¿Y si de cada dos reuniones, en una de ellas dijera tu jefe que eres nefasto y no sabes hacer tu trabajo?
¿Cómo te sentirías?
Harías cosas ¿verdad?
Cambiarías de trabajo, ya no quedarías con tu mejor amigo o incluso serías capaz de llevar a tu mascota a un sitio para que la enseñaran a mear…
Estarás de acuerdo que fallar en el 50 por ciento es mucho. De cada dos, un fallo. De cada dos ilusiones, una rota. De cada dos expectativas, una de ellas tirada por la borda.
Con ese porcentaje de error tu mundo se rompería. Pensarías que eres un desgraciado y que la mala suerte se ha cebado contigo. ¡Pero harías cosas para cambiar! de eso estoy seguro.
Nadie aguanta el fracaso de manera repetida en un 50 por ciento de las cosas que hace, intenta o espera. No te quedarías con los brazos cruzados. No dirías bueno que le vamos a hacer, así es la vida. Ni siquiera sería excusa que le pasara a otro y no a ti. Porque el 50 por ciento de fallos es más de lo que el ser humano es capaz de aguantar.
DE CADA DOS NIÑOS CON TEA,
UNO SUFRE ACOSO ESCOLAR
Me niego a pensar y a aceptar que el que no acosen a mi hijo con TEA es cuestión de lanzar una moneda al aire y salga cara y no cruz.
Por favor, no consintamos como sociedad este porcentaje, pues tendremos sólo un cincuenta por ciento de posibilidades de no ser una sociedad podrida.
-Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
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