Primer mandamiento: trátame como a un niño normal

Primer mandamiento: trátame como a un niño normal

Esto es básico para mí. Cuando te acerques a mí, hazlo como si te acercaras a un niño “normal” o lo que para ti es un niño normal.

Intenta bajar tu voz e intenta que no te moleste si no me puedes tocar. Tenemos hipersensibilidad. Imagina que por un momento te llegaran todos los ruidos que hay en el ambiente al mismo tiempo y no pudieras filtrarlos; que tuvieras un batiburrillo en la cabeza que te volviera loco y no fueras capaz de entender nada.

Pues así me llegan a mí los sonidos.

Me pasa igual con el tacto. Siento todo contacto al mil por mil y cualquier cosa que me roce en el cuerpo supone para mí un gran esfuerzo.

Podrás reconocer esto porque me asusta el ruido y porque a veces me quito la ropa.

NO te asustes, sabiendo lo que te he contado antes, entenderás como tienes que entablar conmigo el primer contacto. Cuidado con tu comunicación no verbal, como te he dicho, soy hipersensible y si veo que pones caras raras o que haces algún tipo de gesto extraño me doy cuenta y esto dificulta el acercamiento. Soy autista pero me doy cuenta quizás de cosas que tú no puedes.

Acepta de entrada mi diferencia, dame mi espacio y no te acerques con las mismas expectativas que a otros niños, pero con normalidad. Solamente tienes que poner esto en práctica para que poco a poco te vaya abriendo el camino hacia mí.

Si respetas estas normas de manera sistemática, irás observando como un día rompo las barreras y posiblemente el que me acerque sea yo a ti.

Ten en cuenta también otra cosa muy importante: en los primeros días de acercamiento motívame y alégrate porque yo las miradas no las regalo. Mi sistema cognitivo no funciona como el sistema al que estás acostumbrado. Me cuesta trabajo mantener la atención, por ello unos segundos conmigo o que te dedique una simple mirada es un triunfo que has de llevarte como un tesoro y recordarlo para la próxima vez que te vea. Pues yo lo haré.

Por último y esto es importante, a veces hago aleteos con las manos y balanceos en los que invado tu espacio vital, muestra tranquilidad; si te asustas, me asusto. Nunca te voy a agredir. Nunca te voy a hacer daño, en todo caso piensa que el que podrías hacerme daño eres tú a mí. Cambia los paradigmas con los que te acercas a mí, pues yo no puedo hacerlo contigo. Yo siempre actúo igual. Pero repito, si eres cuidadoso y pones en marcha estas cosas tan simples los avances conmigo serán sorprendentes, ya lo verás.

Esto será el comienzo de una gran amistad.

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín