El primer beso del autismo

El primer beso del autismo

Hoy hijo mío veo como tus besos se me escapan como pez al que quiero coger con mis manos. Dicen de los besos que aquellos que no das ya no volverán. Vendrán otros, pero los perdidos ya no.

Me gusta pensar que esos besos perdidos están en un lugar con los abrazos que nos debemos, con las caricias que nos dejamos de dar. Están allí esperando. Sí, simplemente esperando, dormidos, pero vivos. Están aguardando a que aprendas y comprendas que para terminar un beso tienes que poner los labios y besar; que los abrazos viven de los brazos que atraen a un cuerpo hacia el tuyo y lo aprietas.

Las caricias son fáciles: pasa tu mano por la cara como lo haces con tu abuelo. Te costará, nadie dijo que el autismo fuera fácil, pero estás aprendiendo y ya consigues poner la cabeza para que te besen y eres capaz de poner los brazos encima de los hombros del otro buscando ese abrazo que tarde o temprano llegará.

Hay que darle tiempo. No desesperes, es cuestión de tiempo y por mucho que tardemos nos estarán esperando. La vida hijo mío es luchar y perseguir lo que más deseas, es entonces cuando el tiempo se encarga de que tus objetivos se cumplan.

A veces pensamos que los grandes objetivos y quienes los consiguen son superhombres. Por ejemplo, y sin quitar méritos por supuesto a un superdeportista como es Nadal, quizás son tan importantes sus once Roland Garros como tu primer beso. La grandeza del objetivo depende de cada persona y no se puede menospreciar ninguno de ellos por poco que parezcan a la luz de los ojos de la gente.

Lo importante es la constancia. Que cada día sigas poniendo tu cabeza y que cada día vayas acercando tus labios a la mejilla del otro. Por pequeño que sea el avance significará que cada día estás un poquito más cerca de tu objetivo. Cuando quieras darte cuenta llegará el momento que girarás la cabeza y buscarás mejilla ajena, tus labios te seguirán y entonces habrás dado tu primer beso como mandan los cánones. A los besos le seguirán los abrazos y las caricias y así cumpliremos los objetivos tan ansiados por todos nosotros.

No debes temer por los retrocesos, ni por no avanzar, porque a tu lado estaremos tu madre, tu hermano y yo para recordarte que tienes tres objetivos nucleares. Y cada vez que venga alguien te ayudaremos a intentar besarle y cuando se vayan a que les des un abrazo. Estaremos pidiéndote caricias hasta que sepas darlas. No vamos a parar y sabemos que tú tampoco. Es cuestión de tiempo.

Hazte un bocadillo con nuestras caricias y nuestros abrazos, y para que sepa mejor ponle en medio muchos de nuestros besitos…

 

Reflexiones de una persona con autismo


Fotografía: David Martín