El parque del autismo es particular
A mi hijo le gusta columpiarse en un parque en frente de casa.
Cumpliendo a rajatabla con uno de los principios básicos del autismo, que es la rutina, le encanta ir siempre al mismo parque, coger el mismo columpio y de manera sistemática columpiarse.
El parque no es más que el reflejo de la sociedad en la que vivimos. Un pequeño espacio en el que el azar hace que te relaciones con diferentes personas; cada una de ellas es un mundo diferente, apasionante y con fortalezas y debilidades muy particulares.
Si tú vas al parque a las mismas horas durante algún tiempo, descubrirás que casi siempre estamos los mismos y que al final te terminas relacionando con las mismas personas, con padres y madres que al igual que tú están dedicando parte de su tiempo a hacer feliz a su hijo y a pasar un rato charlando con el resto de padres y contar sus experiencias a todo aquel que le quiera escuchar.
De esta forma, en este universo multicolor, empiezas a encontrar padres y madres que cumplen a la perfección con una serie de características y que a mi me ha permitido categorizar a todos ellos en lo que yo he denominado tipos de padres y madres que no tienen un hijo con autismo.
Sus características marcan de manera magistral el cómo se van a dirigir a ti y a tu hijo en el espacio del parque. Cada uno despliega sus pocas o muchas habilidades a la hora de entablar contigo una conversación que muchas veces tiene otros intereses detrás, ya que el autismo no les interesa, pues a ellos no les ha tocado.
No hay que juzgarles, pues hasta cierto punto es muy normal y humano no interesarte por cosas que a ti no te pasan y que además entiendes que nunca te van a pasar. Este es un principio bastante estúpido pues el monstruo del autismo no tiene compasión ni medida ni contemplaciones a la hora de elegir a sus próximas víctimas.
Sin embargo, es humano pensar que hay cosas que a nosotros no nos ocurrirán: nunca nos vamos a morir, nunca tendremos un hijo toxicómano, nunca tendré un accidente de tráfico y así podría hacer una lista interminable de cosas que están tan cerca de nosotros y a la vez, pensamos, tan lejos.
A cada tipo de padre o madre hay que respetarlo y no pretender pedir cosas que no van a suceder. La piña da zumo de piña y jamás dará zumo de naranja. Depende de ti no esperar de otros padres cosas que realmente no es que no quieran hacer, es que no pueden porque son de una determinada manera y tú no les vas a cambiar.
Mi opinión es que tengas respeto por cada uno, que le eches humor al asunto y que recuerdes que tú mismo también eres diferente para ellos y que te tienen también encuadrado en un determinado tipo de padre o madre. Por eso échale humor y respeto a las relaciones del parque y de esta forma harás tus tardes y las del resto divertidas y felices, que en definitiva es para lo que existe un parque.
Nunca un parque se pensó para dirimir cuestiones del ser humano como los avances en el autismo o la solución al hambre en el mundo.
Reflexiones de una persona con autismo
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