Me llamo Quinoa y mi amigo, Lucas

 

¿Sabéis lo que hago? Y lo hago sin aspavientos y sin pedir que me den más cosas que a mi compadre que le tengo al lado, porque soy así. Porque lo hago sin esperar nada a cambio. ¿O sí? ¿Un puñado de pienso?

¿Crees que el amor que reparto se paga con un puñado de pienso? Pues ahí te equivocas, porque lo hago porque sí; porque el amor del bueno se reparte sin esperar nada a cambio, si no, amigo, no es amor verdadero.

¿Y te parece que yo tenga que aclararte cosas tan básicas como estas con mi comportamiento? Tú que tienes inteligencia y, según tú, yo no, tengo que demostrarte una cosa tan sencilla. Esto no te hace recapacitar.

¿Qué quieres que te explique? ¿Que no eres capaz de dar amor a alguien que has decidido que es diferente y que yo lo haga de manera natural?

Tres opiniones te daré al respecto:

  1. No le agobio. Si quiere que vaya voy, si no me voy. Le doy besos cuando me da la gana pero si le molesta no me importa. Estoy a su lado y no me importa lo que haga. Respeto sin filtro alguno al que es diferente a mí.
  2. Le adoro sin prejuicios, igual que a ti. No me importa la raza, la edad, su capacidad intelectual y mucho menos si se relaciona o no. Cuando me mira voy.
  3. Si duerme, duermo a su lado. Si corre, yo corro, si se para yo paro. Y así siempre, no me cuestiono su conducta. Al igual que él me gustan las cosquillas y los besos

En fin soy un perro y cuido de una persona con autismo. Dicen que hemos conseguido algo increíble en poco tiempo, pero vosotros que sois los inteligentes ni os imagináis a donde podemos llegar.

Me llamo Quinoa y mi amigo, Lucas y me acaban de dar voz en un blog de personas con autismo; ahora estoy guaufeliz.

 

Reflexiones de una persona con autismo