Muchos nos dicen: os entendemos, tenéis que tener paciencia. Y de verdad que lo agradecemos, de corazón. No hay ironía en mis palabras, ni tampoco una queja sombría para dar pena, ni nada por el estilo.

Es difícil transmitir la dureza del autismo sin que alguien pueda pensar: ¡qué pena! o ¡vaya vida lleva esta familia!. De verdad, pues ni una cosa ni la otra. Somos conscientes como familia que tenemos que hacer cosas que el resto no hace, pues las hacemos para y por Lucas, nuestro hijo y hermano. Pero como dice mi gran sabio Hugo, lo hacemos y no nos importa y además queremos hacerlo.

Pero amiga, el autismo te cambia y vas a tener una vida diferente y dura, lo que no quiere decir que sea una vida miserable y que no merezca ser vivida. Todo lo contrario. Sin embargo, es cierto que el autismo tiene una cara muy dura, que es indudablemente la convivencia diaria con una persona con autismo y sobre todo la convivencia con conductas que no entendemos y que sin duda alguna te llevan muchas veces al límite de la paciencia y al límite de ti como persona.

A continuación hago una clasificación de conductas que tiene mi hijo y que nos tensionan hasta límites, como digo, insospechados. Pero el que las tenga mi hijo, no quiere decir que todas las personas con TEA las acometan.

Conductas que le ponen en peligro

Quizás son las que más nos preocupan a mi mujer y a mí, y con las que nuestros niveles de estrés suben sin control. Son conductas en las que Lucas se pone en peligro a sí mismo.

Hablo, por ejemplo de cruzar una carretera de manera “suicida”, es decir, salir corriendo de repente y cruzar jugándote literalmente la vida. Esto ha empezado a hacerlo ahora Lucas. Tenemos un cuidado exquisito para que no salga a la carretera. El problema es que con los años él es más rápido y nosotros más lentos y de esta forma ha cruzado carreteras tres veces en los últimos tres meses. Gracias a Dios, o a la naturaleza, o a cualquier ser divino, no ha pasado ningún coche.

Otra conducta repetitiva que ha tenido Lucas, y que pone literalmente “los pelos de punta”, es arrojar un jarrón o recipiente o jarra de cristal y romperlo a sus pies. Lo ha hecho tres veces. De nuevo la suerte estuvo con nosotros, pues cuando oímos el estruendo todos chillamos: ¡LUCASSSSSS! y se quedó parado todo rodeado de cristales, con los pies descalzos. Un solo paso hubiera supuesto una verdadera “sangría” para él.

Conductas que te llevan al límite de la paciencia

Son aquellas que no son peligrosas para él pero que, de tanto repetirlas, se convierten en peligrosas para nuestra paciencia. Llega un momento que ya no puedes más: encender luces, quitarse la ropa, y la que le ha llevado a lo más alto, coger un bote de nocilla y pintar las paredes y las camas de toda la casa. Hemos escondido el bote en sitio inverosímiles, pero siempre lo encuentra. Después de estar trabajando todo el día, va Lucas y te pone la casa como si fuera un cuadro de Dalí.

Conductas que socialmente no son entendidas

Son aquellas por las que te mirarán, por las que la gente cuchichea y verás caras de asombro en muchas personas. Lucas aquí tiene un repertorio bueno: tumbarse debajo de la mesa del restaurante; coger la comida de las mesas de los demás; sentarse en la mesa de los demás y beberse el refresco que era de otro niño; meter un grito inesperado que consigue aterrorizar a más de uno; ponerse a correr sin parar haciendo el mismo circuito hasta que queda exhausto; entrar en una tienda coger cualquier cosa que se pueda comer y salir corriendo, sus preferidas las tiendas de chinos y claro, ¡ponte a explicarle a un chino lo que pasa!

En fin, estas conductas a mí son las que más me divierten, pues salir a tomar una caña se convierte en una experiencia única, en la que mi mujer y yo nos miramos y nos preguntamos: ¿Qué pasará hoy?

Bueno y muchas más de las que hablaremos en otros post para no resultar pesado. Conductas que hacen que alguna vez digas: ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Y otras veces  conductas, que si te las tomas con humor, ves  lo maravilloso y grandioso que es tu hijo.

 

Reflexiones de una persona con autismo.