Quiero saber si alguna vez aceptaré lo mucho que te quiero a pesar de tu diferencia.

Cómo tratar de saber que lo que decido no te viene mal aun teniendo claro el objetivo.

Hoy me he dado cuenta, de nuevo, lo mucho que me necesitas y lo poco que hago para que sigas adelante.

Y en esos pensamientos te echo de menos.

Hoy hace dos días que mi hijo mayor se fue de viaje y noto lo débil que soy sin tenerle a mi lado. Mi mente no llega a comprender como un niño de once años me ha marcado tanto. Como es el ancla que me une a esta vida que yo no he pedido. ¡Y lo digo sin arrogancia y sin demagogia! Lo digo porque es cierto. Porque siento que mi hijo con autismo será lo que sea gracias a él.

Es increíble como echo de menos a mi hijo mayor… jajajajaj, mayor con 11 años.

Pues sí, me templa, me acompaña, me centra y sobre todo, hace que el autismo sea menos autismo. Puede ser que me esté pasando, pero siempre necesito a alguien para ser quien soy, y hoy me doy cuenta que es mi hijo Hugo. Es bálsamo de heridas y mente preclara ante montañas que yo solo no puedo escalar sin él.

Hoy la vida me pone ante una gran tesitura: ¿cómo una persona de 11 años puede enseñarme tanto a mí que tengo casi 50?

¿Me jode? En cierta manera sí. ¿Cómo puede darme lecciones de vida un tío de 11 años? Pues me las da. ¡Es la puta verdad! Creo que no debo contar cosas que hace, pues solo sería lavar mis miserias en un blog a costa de un súper niño.

El que le quiera es lo de menos cuando lo importante es que le necesito. No sé quién puso en mi vida el autismo, pero puso a alguien a mi lado que me ayuda a soportar tanta carga. Igual que hay cracks en el deporte, en la cultura, en la economía,… hay alguien que es el mejor en dar lecciones de vida.

Se llama Hugo es mi hijo y es mi media mitad.

El mejor guardián de otra mitad que tiene autismo.

 

Reflexiones de una persona con autismo