Cuando las cosas no ocurren como esperas aparece la maldita frustración.
Con los hijos esto suele suceder muy a menudo. Primero, porque solemos poner nuestras expectativas fuera de la realidad y segundo, porque tenemos muchas.
Cuando aparece en tu vida el diagnóstico de autismo, sucede una verdadera explosión cuya honda expansiva lo primero que hace es derrumbar tu castillo de naipes de lo que esperabas de tu hijo.
Sé que cuando esto sucedió cometí muchos errores, pero principalmente tres que me hicieron a mí y a mi familia “los pies de barro”.
Estos errores son habituales cuando las expectativas que se refieren a ti no se cumplen, por ejemplo como en el caso de aquel corredor que esperaba hacer un maratón en tres horas y veinte, y tardó cuatro; pero duelen en exceso cuando estamos hablando de un hijo porque, con todos mis respetos hacia los corredores de maratones, no hay mayor maratón en esta vida que educar a un hijo.
Y ¿cuáles son esos errores?
1.- Ser incapaz de “crear nuevas expectativas”.
Quedarte anclado en el barro de aquellas que no se cumplieron y ser incapaz de ver unas nuevas. Como aquel chico joven al que deja su primera novia y de repente todo lo que esperaba se fue por el sumidero. Sería absurdo que este joven no fuera capaz de salir a buscar nuevas novias y esperar una nueva vida con alguien maravilloso a su lado. Sería absurdo que se quedara en ese amor que se fue, que ya no volverá y que se llevó consigo el futuro de la única película que él cree pondrán en la sala de cine de su vida.
A mí me pasó. No era capaz de imaginar otra vida. Prefería levantarme cada mañana llorando entre expectativas rotas y deseos no cumplidos, creyendo que no sería capaz nunca de volver a construir mi castillo de naipes.
Debemos ser rápidos en crear nuevas expectativas que serán tan buenas e incluso mejores que las que se llevó “EL AUTISMO”. Si no eres hábil en esto, tu ropa enseguida olerá a lo que huelen los sueños rotos y te costará ponerte en pie.
Cada día que pase es un día perdido. Es una hoja en blanco en el libro de tu vida.
2.- “Vivir de espalda a la nueva realidad”.
No sólo no fui capaz de crear nuevas expectativas sino que decidí no aceptar la nueva realidad.
Esto es como si a un actor en plena obra le cambian por detrás el escenario y en lugar de seguir con su papel, abandona la escena y se marcha dejando al público con cara de tonto.
Eso hice yo. NO quise saber nada de lo que estaba viviendo. Por culpa de la no aceptación, “cogí mi vida” y salí corriendo.
Ésta, te aseguro, es la mejor manera de hacer daño a los que te rodean y a ti mismo. Existe una cosa que se llama “responsabilidad” por la que estás obligado a aceptar el cambio de circunstancias en tu vida y seguir hacia delante.
YO fui un total irresponsable. Te pido por favor que afrontes las nuevas circunstancias, no que las aceptes pues eso dependerá de cada uno, pero que las afrontes de manera responsable; el no hacerlo y salir corriendo es de cobardes, de no saber vivir la vida que te ha tocado. Ya te encargarás tú de que sea maravillosa; pero tienes que vivirla, no salir en estampida.
3.- “Si mis expectativas se derrumban le echo la culpa a lo que sea o a quien sea”.
De nuevo una total irresponsabilidad. La búsqueda de un culpable en vez de buscar soluciones es una tontería muy grande. Quería echar la culpa a cualquier cosa o cualquier persona que no fuera yo.
Buscaba culpables en Dios, en la genética, en la vida, en todo en general y mientras tanto la vida seguía y yo quejándome.
NO hombre NO. El problema únicamente estaba en mí. En mis esquemas mentales, en mis creencias de donde manan mis pensamientos que se convierten en emociones y esto acaba en acciones que tienen consecuencias.
Si esos pensamientos que se generan son negativos pueden acarrear conductas negativas con unas consecuencias terribles para ti y para los tuyos. Es difícil pero hay que cambiar las creencias, que además suelen estar llenas de distorsiones cognitivas.
La Humanidad está llena de miles de ejemplos de personas que viven en peores circunstancias que las tuyas y se levantan cada mañana con la única intención de buscar un presente y un futuro lo más feliz posible para él y para su familia.
El resumen de todo esto es que hay que ser capaz de reinventar tus expectativas; por duro que sea y por rápido que se caiga tu castillo de naipes, con la misma rapidez, recoge las cartas y ponte a hacer uno nuevo.
Bajo mi humilde opinión en ese pequeño detalle consiste TODO. En la medida en que seas rápido en construir tus nuevas expectativas, más rápido aparecerá la posibilidad de ser feliz, que en definitiva es para lo que estamos aquí.
-Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
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