Mi padre es el que me ayuda a esconderme cuando la batalla se llena de tiros.

Es el que me dice “NO hagas esto” y luego me deja hacerlo.

Mi padre es el que lo pasa mal cuando estoy yo solo corriendo, y todos los demás juegan al fútbol.

Es el que les quita el balón y les dice: ¡Oye, que Lucas también quiere jugar!

Mi padre es el que me busca amigos, y cuando en la cabalgata tiran caramelos me hace un hueco para que yo también pueda cogerlos.

Es el que una vez se bajó del coche para discutir con una persona que se impacientó pitándonos porque yo no salía, y el otro señor se asustó cuando mi padre le dijo: ¿Pero de que pasta está usted hecho, no ve que es una persona discapacitada?

Mi padre es el que me sujeta los brazos cuando intento dar un abrazo a alguien y hace que pueda vencer el miedo que le tengo a la piel con piel.

Es el que me da besos, aunque yo no le corresponda.

Mi padre es mi compañero de sueños y el que está a mi lado cuando el sol se despierta y la luna se duerme.

Es aquel, que siendo tan grande, lloró como un niño cuando le dijeron que yo iba a ser diferente.

Mi padre es el que me compra chuches y luego le pide perdón al dentista con un: si es que le gustan tanto.

Es aquel que me da su paraguas si llueve, su abrigo si hace frío y su agua si hace mucho calor.

Pero mi padre es también aquel que se confunde, que hace cosas que no debe, que a veces no acepta mi condición. Es aquel que se comporta de manera torpe y hace cosas que no son correctas… pero su amor por mí es tan grande que le perdono y le seguiré perdonando siempre porque sé que es humano y que los errores que comete son sin ninguna intención, y sé que intenta aprender para no cometerlos más. Y además le quiero porque sé que estará siempre a mi lado. Por eso, sabiendo que no es perfecto, le quiero con sus bellas imperfecciones.

Mi padre.

 

Reflexiones de una persona con autismo