Si abres tus brazos que sea para abrazarme, y si pones tus labios para besar que sea para besarme. No hagas cosas que vayan en contra de la inercia natural de lo que sientes por mí.

Que tus acciones sean sinónimo de integración y no el resultado de la suma de tu indiferencia y tu poca solidaridad, que al final es la exclusión.

NO te pido más cariño del que puedas darme, ni sacrificios que te suponga abandonar tus obligaciones principales. Solo quiero que sigas el principio general de ayudar al más débil.

Que tus ojos no me miren como algo que no debería haber pasado y no busques en tus Dioses la justificación para no echarme una mano.

Que si te quieres acercar a mí, lo hagas sin miedo. Que la paciencia siempre trae sus recompensas y hay caminos que cuesta andar más que otros.

Que tus palabras sean siempre el principio del discurso del ánimo y de la motivación y no uses el lenguaje para despreciar mis posibilidades de aprendizaje comparándome con el resto.

Necesito que tus manos tiren de mí para meterme dentro de la sociedad que hemos creado, y no que empujes hacia afuera pues desgraciadamente de eso, sin quererlo, ya me encargo yo.

Tu dinero no lo quiero, ni tus juguetes, ni tus brindis al sol, quiero tus caricias, tus besos y tus abrazos. Pues aun cuando veas que cuesta mucho dármelos cuando lo consigas te sabrán diferentes y mejor que los otros que regalas sin conocimiento.

Necesito que tus pensamientos y tus acciones se alineen cuando quieras acercarte a mí. Y que lo que hagas con respecto a mí, no sea simplemente agua tibia para limpiar tu conciencia.

Necesito que guardes los posibles cuchillos que tengas preparados para clavarlos en las espaldas de tus enemigos, porque conmigo no los vas a necesitar. En mi mundo las armas son de gomaespuma y las únicas bombas que conocemos son las que estallan al explotar las piñatas llenas de chuches.

Tráeme chocolate, miel y azúcar en tus caricias; que tus besos sepan a flores y que tus miradas sean tiernas como las galletas que mojo en leche. Conmigo no conseguirás nada si alzas la voz y miras para otro lado. Conmigo no vas bien si intentas jugar como con el resto, mi mundo es diferente y dependo claramente de tu capacidad para entenderlo.

Sé que todo esto que pido es mucho y no quiero aprovechar mi debilidad para pedirte cosas que no puedas hacer. Toda carrera empieza con un primer paso, y tú tienes que darlo conmigo.

Simplemente la próxima vez que me veas, tócate la cabeza con tu mano derecha y dime: ¡¡¡hola Lucas¡¡¡ con eso has empezado a llamar a la puertas de entrada de mi mundo.

Lo que necesito es simplemente que me digas ¡Hola! y a partir de ahí entrarás en un mundo, nuevo para ti, que solo te traerá alegrías. ¡Atrévete!

-Reflexiones de una persona con autismo.

 


Fotografía: Blanca Martín, 7 años (hija de David Martín)