Si te vienes a mi mundo, no vengas con los brazos bajados. Nosotros marcamos goles al arco iris cuando éste se encuentra en su mejor momento y levantamos los brazos para intentar tocarlo.

¡Que no vengas con quejas, lamentos, con mal rollo y malos modos! ¡Que no, que no! Que lo que necesitamos en nuestro Mundo Azul es gente que luche. Que para problemas ya tenemos suficientes.

¡Que no hombre, que no! que vengas a nuestra casa con los besos preparados para besar y no para gritar. Que si te asusta que te diga que me enseñaste a besar y lo hiciste bien, no te moleste, y si es así, sepárate de mí.

¡Que no! que lo que necesitamos en el “Mundo Azul” es gente que se deje la piel, gente que se levante por la mañana y encuentre un motivo por pequeño que sea para luchar.

¡Que no hombre, que no! Que no vengas a mi casa a criticar a nadie por ser diferente y a compararme con nadie. Cada uno es como es. Vente con los bolsillos llenos de respeto y deja las críticas para alguien que te quiera escuchar.

¡Que no hombre, que no! Que si vienes a mi mundo para crear cortinas de humo, sacos de mierda o ríos de barro, no entres. Vete a otro sitio, por favor.

No vengas con la mochila llena de reproches, pues nosotros lo que preferimos es que traigas sacos llenos de  caricias, comprensión y tolerancia.

¡Que no, que no! Que no entres en mi mundo si te da miedo luchar, pero luchar de verdad. Sabiendo que quizás alguna vez te tienes que jugar la cara por una persona con autismo.

¡Que aquí somos guerreros! nos pintamos todas las mañanas las caras con pinturas de guerra azul y salimos a un mundo que no nos entiende a tratar de salir adelante. Por eso no necesitamos gente que meta piedras en mis bolsillos, sino gente que me agarre de las manos y tire de mí hacia delante. Gente que sea capaz de hacer puentes entre las grietas de los que llamáis “normales” y yo, que según vosotros soy diferente.

Si vienes a verme y vienes a traer conflictos, a no ayudar o a tirar de mí hacia atrás, de verdad, no entres en el “Mundo Azul”.

Mis padres necesitan gente que sepa escuchar. Gente que de vez en cuando les dé un abrazo y les diga: “tranquilos, estáis haciendo un buen trabajo”. Gente que les diga: ¿Queréis que me quede con Lucas y os vais a tomar un café y habláis?

Esa gente es la que necesitamos. Porque si crees que viniendo a mi casa con problemas como ¿Qué hay que hacer para hacer un buen cocido? o ¿Cuántas paradas de metro tiene el Metro Sur? te confundes. Porque eso no son problemas, si tú eres tan virtuoso que eres capaz de hacer problemas donde no los hay, no vengas a mi casa. Porque mi problemas son algo más profundos: no puedo hablar, me hago pis 12 veces al día, pongo en peligro mi vida cruzando carreteras sin mirar… Estos si son problemas.

 

Tienes que ser capaz de asumir que los problemas se clasifican en: verdaderos problemas, o en gilipolleces, y si no eres capaz de diferenciar esto, antes de venir a verme piénsalo, porque si entras en mi mundo diciendo que tienes problemas porque no sabes que ponerte por las mañanas, me estás faltando el respeto y prefiero que te alejes de mi Mundo Azul. Sin rencores, pero aléjate, déjame tranquilo.

 

Reflexiones de una persona con autismo.