¿Cambiaría a mi hijo por otro?
O mejor dicho, si tuviera que elegir entre un hijo con autismo y un hijo que no lo tuviera, ¿Que elegiría?
Jajajja ¡preguntas de mierda! Preguntas que tapan huecos de lo que pasó y mucho miedo a lo que pasará; lo que hay es lo que tenemos y no hay posibilidades para que pase otra cosa. Lo demás es huir y no afrontar lo que se llama vivir.
Si quieres te cuento un camino de rosas y te digo que no te van a pasar cosas malas, que esto es maravilloso y que vivirás para siempre. No es así.
La adaptación de cualquier especie al entorno está llena de sucesos dramáticos; sino lo crees pregúntale a aquel perro al que mataron sus cacharros porque ya eran demasiados perros para alimentar.
La diferencia entre nuestra especie y otras especies es que nos han dotado de conciencia, inteligencia, pensamiento o llámalo como tú quieras, pero al principio y al final estamos igual de expuestos al entorno que cualquier otra especie. Lo que ocurre es que usamos mal ese don preciado y nos seguimos perdiendo en gilipolleces y en malos entendidos con nosotros mismos. Somos nuestro peor enemigo.
Seguimos despreciando a nuestros semejantes y en vez de luchar por el que tenemos en frente, preferimos apuñalarle por detrás, y la vida que tú tienes no es más que un segundo en esto que se llama tiempo. Deberíamos entender que estamos aquí solo un segundo comparado con la primera piedra que te encuentres, y por ello deberíamos ser mejores. Solo eso mejores. Pero nos perdemos. Esa es la gran trampa de la conciencia: creemos que estaremos aquí eternamente y solo estamos un segundo.
Aprovéchalo. Incluye al diferente.
Reflexiones de una persona con autismo
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