Por favor, no hables como si no estuviera.

El concepto “da igual no entiende” solamente existe en tu cabeza. ¿Sabes por qué? Porque realmente no sabes lo que entiendo o no entiendo. Una cosa es que no hable y otra cosa es que no esté entendiendo lo que dices. Por eso es muy importante que no hables como si no estuviera.

Delante de mí, obvia temas al igual que lo harías con cualquier otro niño. Sé sumamente cuidadoso con tus palabras, porque lo que no sabes es que a lo mejor en un rato tiro un vaso de agua y te cae encima y ha sido por lo que has dicho…. ¿podría pasar verdad? Porque no sabes lo que entiendo. Nunca tiraré un vaso de agua para mancharte, pues eso lo hacen las malas personas y yo no lo soy.

Cuando hables conmigo, háblame con el vocabulario que hablarías a un niño de mi edad. No me trates como un bebé y tampoco como a un superdotado. No soy ninguna de las dos cosas. Simplemente soy una persona con autismo que usa y utiliza otro sistema de comunicación diferente al tuyo, pero esto no quiere decir que no comprenda el tuyo.

Dame órdenes simples, no te enredes en explicaciones largas que son propias de adultos, a los que les gusta adornar en elogios y en regañinas. Si me ves en peligro, dime simplemente: ¡NO Lucas, peligro!. No me digas: Lucas, ten cuidado con cruzar la carretera porque puede venir un coche y entonces te puede pillar y eso puede ser peligroso para ti… seguramente me haya quedado en la primera palabra, porque mi nombre me encanta.

Por favor, modera el tono. Intenta bajarlo. Al tiempo que oigo lo que dices, estoy oyendo: al niño llorar, al coche arrancar, el vaso que se cae, la niña que ríe, el camarero que pide una cerveza… piensa en que todo esto me está llegando a la vez. Si tu tono está por encima del ruido que de por sí ya me llega, inclinarás la balanza hacia el lado de ESMEJORNOHACERCASO a más ruido. Si subes la voz conseguirás que tus palabras se conviertan solo en ruido para mí.

Por último, no desistas nunca aunque no te responda igual que los demás. Ante una palabra tuya mi respuesta es desconocida para ti. A lo mejor es una sonrisa, una simple caricia o acercarme a ti más que al resto. Detecta estas correspondencias entre tus palabras y mis actos y de esta forma alguna vez te daré la llave que abre el castillo de mi silencio.

Y alguna vez seguro que tendremos una hermosa conversación.

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín