Y todo cambió ese día……y ya nada fue igual
Y fue entonces cuando entendí, que jamás mi realidad sería como antes.
Ese día mis expectativas saltaron por los aires, y con los cachitos que me quedaron de ellas tuve que hacer pañuelos para limpiar mis lágrimas de sangre.
Ese día, en el que todo cambió, entendí que dar un abrazo ya no sería como antes. Que mis caricias, que yo pensaba eran por ti tesoro deseado, solamente eran conchas vacías. donde se oía las bisagras de la puerta del infierno en el que viviríamos a partir de ese día.
Y todo cambió. Porque ya no me podía acercar a ti. Bueno, si me podía acercar, pero tú decidirías siempre marcharte para que no te tocara. Y en cada huida te llevabas mi ilusión y me dejabas con mis esperanzas llenas de tierra movedizas.
Ese día, yo sabía, que yo ya no sería el mismo. La realidad, mi realidad, la tuya y la que rodeaba a mi círculo más cercano había estallado como bomba de confeti, donde los papelitos que caían solamente eran de un color: NEGRO.
Y todo cambió.
Y ya jamás, fuimos los mismos. Porque lo que yo pensaba como cierto era una quimera de dos adolescentes que se juran amor eterno y a los pocos días la vida los separan para siempre.
Y así, poco a poco, me fui adaptando a mi nueva vida. Y así poco a poco, empecé a entender mejor a la gente. Y a respetar. Ayyy amigo, SI, RESPETAR a LOS DEMÁS. La clave en la que deberíamos de sentar las bases de cualquier sociedad civilizada.
Y fue así como entendía a la gente que no abrazaba. O aquella que no era como yo. O a esa otra, que vendía sus besos como si de lingotes de oro se tratara.
Aquel día todo cambió.
El día que me dijeron que yo era padre de una persona con autismo, todo cambió.
Reflexiones de una persona con autismo.
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