¿Cómo protejo a mi hijo mayor que tiene un hermano que es una persona con autismo y va a sufrir cosas que no le corresponden?

Esta pregunta muchas veces me ronda la cabeza, y es imposible hacer una burbuja donde pueda meterse mi hijo mayor y que no le influya el que su hermano tenga autismo.

El otro día un niño en el colegio, que quiere mucho a Lucas por cierto, y que lo que hizo no dice para nada como es él, pues es un niño encantador y le queremos mucho en nuestra casa, hizo una mala broma que llegó con espinas al corazón de mi hijo el mayor. Cuando estaban en la clase de gimnasia, y mi hijo el mayor, estaba tumbado en el suelo como suele estar Lucas, le dijo delante del todo el mundo: jajajaj solo te falta desnudarte para ser como tu hermano. Él sabe que Lucas en casa está casi siempre desnudo por la hipersensibilidad a los tejidos que tiene y que provoca que un mero jersey le parezca lija. Mi hijo el mayor salió llorando del colegio y diciendo que le habían hecho una broma que no era propia del que se la había hecho porque es uno de sus mejores amigos.

Le expliqué que a veces los amigos se confunden y que realmente no había hecho esa broma para reírse de él ni de Lucas, simplemente había sido un comentario desafortunado del cual él no era consciente y que jamás lo hubiera hecho si alguien le hubiera explicado el daño que le iba hacer a su mejor amigo; pero mi hijo estaba dolido, y ese dolor es lícito, y además tiene derecho a él, y a expresarlo. Simplemente le dije que lo hablara con su amigo, que le dijera que le había dolido y que vería como le pedía perdón. Así fue, al día siguiente todo se olvidó y el dolor se marchó cuando se fundieron en un abrazo.

A veces se hiere sin conocimiento, pero eso no exime que el que recibe el daño se sienta herido. El problema es cuando se infringe dolor con conocimiento de causa. Ese es el verdadero problema.

Este tipo de situaciones, lamentablemente, van a ser vividas por mi hijo mayor simplemente por ser hermano de una persona con autismo; cuando ocurren con niños hay que esperar a ver la solución, pues la mayoría de las veces los actos se han cometido sin intención de herir; aunque a veces sí, y es entonces cuando hay que actuar.

No podré estar con mi hijo mayor en todas estas situaciones, y no podré aliviar su dolor aconsejándole y diciéndole que siempre dialogue antes de hacer nada; que si le hacen daño, lo diga amablemente a la persona que ha cometido el descuido y que le perdone; que a medida que aprenda a encajar y a perdonar se hará más fuerte, y habrá un momento que tendrá tanta experiencia en sortear estos malos momentos, que independientemente de si lo hacen con maldad o no, será él quien controle la situación y el problema realmente lo tendrá quien ha obrado mal.

Los padres también tenemos que acostumbrarnos a lidiar con estos asuntos, y muchas veces dejar que sean los propios niños quienes solucionen sus problemas y laman sus heridas ¿Os imagináis como hubiera sido este acontecimiento si nos hubiéramos metido los adultos en medio?

En fin, la vida, simplemente la vida, y las relaciones humanas a través de las que muchas veces herimos sin querer a la gente que queremos. Ojalá pasara igual con el amor, que quisiéramos sin darnos cuenta a las personas queridas.

Reflexiones de una persona con autismo