En esta piel de toro a la que adoramos, existe una especie animal muy abundante y que no se
esconde ni cuando caen chuzos de punta. Son seres que están a tu lado, viven debajo de ti en
tu comunidad o se ponen delante en la cola para entrar al cine. Son seres complejos, pues
tienen una característica común y es el freno irrefrenable de su lengua, están dispuestos a
darte su opinión aunque en dicho acto tengan que mancharte tu traje de domingo de pintura
roja. Son los “regalaopiniones”.
Hemos conseguido un país donde todo el mundo opina de todo y donde muy pocos son los
que saben. No estoy dentro de los primeros y mucho menos de los segundos, pero si soy
blanco perfecto para los “regala opiniones”. Es cierto, que mi físico acompaña; ser una persona
fuerte, con gafas, que sabe escuchar, es una diana perfecta para los dardos que estos
personajes lanzan sin saber bien si te darán en el brazo, la pierna o en el corazón.
Ellos lo único que saben cuando se levantan es que tienen diez dardos y que los van a lanzar al
primero que se cruce en su camino. Su capacidad de tomar decisiones para escupir su
mermelada envenenada está radicalmente afectada, cuando han detectado el blanco perfecto,
solo piensan en como lanzar el dardo sin criterio. Sin conocerte. Sin importarles tus
circunstancias o tus problemas. Ellos tienen que gastar sus dardos y de esta manera al día
siguiente tendrán otro diez que gastar.
En una cosa si son hábiles, y es en detectar al blanco de sus dianas. Hacen un pequeño
acercamiento para ver si puedes reaccionar de manera violenta cuando te den el picotazo y en
cuanto detectan que no corren peligro, disparan.
En el mundo del autismo hay muchos regalaopiniones. Los y las hay de todo tipo, con hijos con
autismo, sin hijos con autismo, solteros, casados, heterosexuales, homosexuales, empresarios,
en paro, futbolistas, charcuteros… de todas las razas, colores, sexo y edad. No se libra ningún
colectivo.
Te dirán cosas increíbles, que como no sabes o conoces, incluso alguna vez hasta les puedes
llegar hacer algo de caso. Ese precisamente es el problema. Cuidado con hacer caso a estas
personas. Simplemente, con respeto y con cariño, les escuchas y sigue tu camino apartándote
de ellas.
Su mente les engaña y verbalizan cosas como: Si yo te lo digo por tu bien, si lo que quiero es lo
mejor para ti y para tu hijo, Si yo lo que deseo es enseñarte… ¡cuidado!, lo que realmente
desean es lanzar su dardo y largarse corriendo dejándote con el aguijón clavado. Quítatelos
corriendo a ambos y sigue tu camino.
Si hay algo que les produce un placer propio de los dioses es cuando lanzan un dardo delante
de otras personas y alguno de sus seguidores aplaude el lanzamiento. Entonces si que ya les
lleva a lo más alto y de ahí ya no bajarán, se erigirán en verdaderos expertos en la materia.
Lo triste es que nunca sabrán lo peligrosos que pueden llegar a ser, el daño que hacen a la
diana que es blanco de sus dardos; y aún más triste es la justificación que el resto de sus
seguidores hacen de sus lanzamientos: “lo ha hecho por tu bien”, “era para que aprendieras”.
¡Mierda en las tripas!, como decía el mejor amigo de mi abuelo. Cuando dañas a una persona
públicamente no hay justificación posible. Solamente hay una petición de disculpas, que
esperas pero que probablemente nunca llegarán, pues los regalaopiniones creen que hicieron
bien.
Haz caso de los expertos, de los buenos en la materia, de los profesionales del autismo; no de
los que hicieron un curso a distancia de guitarra y les regalaron el curso ¿cómo cuidar a una
persona con autismo?
Opinar y dar consejos es gratis. No vale dinero y por eso la gente vomita consejos que no
sirven ni para ir a comprar el pan.
Cuidado que en la vida hay muchos, pero en el mundo del autismo pueden llevarte por
caminos que ni te mereces ni son los correctos.
Reflexiones de una persona con autismo
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