Te puede dar pena una caña sin aperitivo
o Gandía sin sol.
Pena es una carrera en una media
o que no tenga cuernos un caracol.

Te puede dar pena un policía sin vocación
o que un árbol baile con las llamas del fuego;
pena es no decir nunca te lo ruego
o que el cantante desafine en una canción.

Te puede dar pena un batido sin nata
o ver a tu vecino en bata;
pena es un agujero en un calcetín
o el idiota que no tiene fin.

Te puede dar pena una piedra en el riñón
o el pájaro sin voz;
pena del que tira mucho de su razón
y del que insulta sin ton ni son.

Te puede dar pena el que da consejos de salón
el que opina de ti sin corazón;
pena del ignorante que se cree en la red un pro
y del que hace su opinión un brindis al sol.

Te puede dar pena del que opina en el blog ajeno
y el suyo lo llena de requesón;
pena de aquel que habla del autismo,
sin sentido ni razón.

Pero amigo mío a mí no me tengas pena, si crees que yo o los míos escupimos pena cuando hablamos es que no nos conoces demasiado.

Soy gracioso en el primer minuto de juego, tengo muchas alegrías y cosas buenas que contar, pero lo que quiero contar y mostrar es la realidad del autismo; si crees que disfruto en el barro que ha creado este monstruo en mi familia estás muy equivocado, pero creo que hay que contar lo que pasan las familias que conviven con él a diario. Negar esta realidad es la mejor forma de darle la espalda y que el autismo te apuñale en un callejón oscuro y solitario.

Si no te gusta esta realidad, a mí tampoco, pero no se va a solucionar no hablando de ella.

Por eso la pena yo no la necesito.

-Reflexiones de una persona con autismo.

 


Fotografía: David Martín