Sin duda alguna los padres que tenemos un hijo con autismo hacemos cosas mal, al igual que los padres de los niños normotípicos. Entiendo que esto es humano y que cualquier cosa que hagas por tu hija o por tu hijo, siempre, siempre, lo haces creyendo que es lo mejor para él.

Sin embargo, errar es humano y es por ello que también entiendo que a veces debemos hacer un alto en el camino y pararnos a pensar qué hemos hecho mal. Esto, sin duda alguna, es la única manera de aprender. Si por cualquier cuestión no te paras a observar que has hecho mal, no aprenderás y la probabilidad de cometer errores se mantendrá constante en lugar de disminuir, que es el gran principio del aprendizaje: minimizar la probabilidad de confundirte.

Por ello, y para predicar con el ejemplo, paso a detallar una serie de errores que he cometido “con el autismo” y que sin duda alguna me han enseñado una cosa muy importante: no volver a repetirlos:

  1. No hacer caso al autismo desde el minuto uno.

Quizás este sea el mayor de mis errores y, como ya he contado en otras ocasiones, es del género tonto darle la espalda a lo que le pasa a tu hijo. Tengo explicación para dicho error, pero eso no quita que lo justifique. ¿Por qué no le hice caso?

  • Porque creía que no era cierto.

¡Sí, sí! Parece absurdo. Pero cuando te dicen algo así de tu hijo, lo primero que te puede pasar es que no te lo creas. Los psicólogos lo llaman la etapa de la no aceptación. Simplemente es que tu mente no cree que una cosa, a priori “tan mala”, le pueda estar pasando a tu hijo. Esas cosas le pasan a otros, nunca a tu hijo. Tu reacción es automática: te pones de espaldas al problema porque crees sinceramente que no lo tienes.

  • Porque creí que se podían equivocar.

Este es otro recurso magnífico que usamos los seres humanos ante una posible desgracia. ¡¡Seguro que están equivocados!! A mi hijo no le puede pasar esto. Los neurólogos, psicólogos, psicopedagogos, asistentes sociales, profesores, y demás profesionales ¡¡¡No llevan razón¡¡¡¡ La lleva mi vecina de en frente que, cada vez que ve a mi hijo, dice: bahh, no te preocupes porque no hable, esto le pasó a un niño del pueblo y habló a los 9 años. A tu hijo no le pasa nada, lo que pasa es que cada uno va a su ritmo… y tú vas y le haces caso. Pero se lo haces solo oyendo a tu corazón, dejas de lado la razón y solo escuchas a tu corazón, porque en ese momento quieres escuchar eso, no quieres escuchar a un profesional del autismo decirte que tu hijo tiene claros síntomas de este trastorno.

  • Porque pensaba que se curaría.

Y no señores, NO. El autismo es una condición. Es un trastorno. Es una manera de ser o llámenlo como quieran, pero no se cura con una pastilla, ni con pócimas, ni con inventos, o tú ¿Puedes dejar de ser quien eres tomándote algo? Pues yo al principio, ignorante de mí, lo pensaba; ¡mi hijo se va a curar! Esto es pasajero. Estará así un tiempo y luego será como todos. ¡¡Qué gran tontería!! Mi hijo es una persona con autismo y es una persona maravillosa, además ya no quiero que sea como todos, quiero que sea como es él, sin más. Así de simple.

  1. Sobreproteger a mi hijo

Pues sí, también es humano; incluso me atrevería a decir que es aquí el instinto el que te marca y te dice: PROTEGE AL MÁS DÉBIL, PROTEGE, PROTEGE, PROTEGE. Y a veces nos pasamos. Y a veces no le dejamos ser como los demás niños. Por el afán de que no le pase nada, de que le acepten, de que le quieran, somos nosotros mismos, los padres, los que sin querer hacemos un superescudo y no dejamos a nuestros hijos ser quienes son en esencia. Abramos esa protección y dejemos que la niñez fluya. Seguro que tu hijo te lo agradece.

  1. Pagar con la familia, o con los demás, mi falta de aceptación.

Dicen que a veces quien bien te quiere te hará llorar. Sinceramente este refrán es de los pocos que me parece una idiotez. Si alguien te quiere no te ha de hacer llorar y mucho menos por una situación que tú no aceptas. No se debe hacer nunca, porque al final el que más pierdes eres tú. Te terminas arrepintiendo.

  1. Me daba vergüenza la situación.

Sí, como estás leyendo. Me daba vergüenza. La razón es que muchas veces no sabes que decir. Se te acerca la gente, que tampoco sabe que decir, y se producen silencios horrorosos en los que no sabes que decir.

  1. Me sentí culpable y busqué cosas que había hecho para justificar que mi hijo era un castigo por cosas en las que no había estado a la altura de las circunstancias.

Eso es un gran error. No puedes cargar la responsabilidad de haber obrado mal en el pasado a tener un hijo con autismo, sinceramente, no tiene nada que ver con eso. Es absurdo pensar que tu hijo sea un castigo. ¡No tiene sentido! Un hijo nunca es un castigo de nada.

[…]

En fin, estos y seguro que otros muchos errores habré cometido, sin duda. De vez en cuando paro y reflexiono sobre ellos pues entiendo que es la mejor manera de mejorar y de intentar no volver a cometerlos. Seguiremos avanzado en la tarea de ser padres, que como dijo una vez alguien que quiero: “Que dura es la crianza”.

 

 

Reflexiones de una persona con autismo