por F. Paredes | 29 Abr, 2020 | Padres
Y todo cambió ese día……y ya nada fue igual
Y fue entonces cuando entendí, que jamás mi realidad sería como antes.
Ese día mis expectativas saltaron por los aires, y con los cachitos que me quedaron de ellas tuve que hacer pañuelos para limpiar mis lágrimas de sangre.
Ese día, en el que todo cambió, entendí que dar un abrazo ya no sería como antes. Que mis caricias, que yo pensaba eran por ti tesoro deseado, solamente eran conchas vacías. donde se oía las bisagras de la puerta del infierno en el que viviríamos a partir de ese día.
Y todo cambió. Porque ya no me podía acercar a ti. Bueno, si me podía acercar, pero tú decidirías siempre marcharte para que no te tocara. Y en cada huida te llevabas mi ilusión y me dejabas con mis esperanzas llenas de tierra movedizas.
Ese día, yo sabía, que yo ya no sería el mismo. La realidad, mi realidad, la tuya y la que rodeaba a mi círculo más cercano había estallado como bomba de confeti, donde los papelitos que caían solamente eran de un color: NEGRO.
Y todo cambió.
Y ya jamás, fuimos los mismos. Porque lo que yo pensaba como cierto era una quimera de dos adolescentes que se juran amor eterno y a los pocos días la vida los separan para siempre.
Y así, poco a poco, me fui adaptando a mi nueva vida. Y así poco a poco, empecé a entender mejor a la gente. Y a respetar. Ayyy amigo, SI, RESPETAR a LOS DEMÁS. La clave en la que deberíamos de sentar las bases de cualquier sociedad civilizada.
Y fue así como entendía a la gente que no abrazaba. O aquella que no era como yo. O a esa otra, que vendía sus besos como si de lingotes de oro se tratara.
Aquel día todo cambió.
El día que me dijeron que yo era padre de una persona con autismo, todo cambió.
Reflexiones de una persona con autismo.
por F. Paredes | 15 Abr, 2020 | Lucas habla
Ha tenido que llegar un maldito virus, para que muchos de nosotros sintamos en nuestra piel, lo que muchas veces sienten las personas con autismo: soledad, exclusión, aislamiento, no poder hablar, no poder comunicarse con tus iguales……son tantas las semejanzas que me dan miedo. Es como si una fuerza maligna se hubiera encargado que no somos nada en esto que llamamos universo, y que un simple virus puede llevarnos a un lugar triste y oscuro.
Pero sin duda alguna la gran semejanza con las personas con autismo, es el sentimiento que tienen estas personas de necesitar al resto para poder seguir adelante. No somos nadie cuando nos quedamos solos. Nos necesitamos. Necesitamos que alguien nos toque, nos abrace, nos bese, nos escuche, en definitiva que nos ayude cuando las cosas van mal.
Y de eso saben un rato las personas con autismo. Necesitan de los demás para seguir adelante. Mi hijo no podría sobrevivir él solo. Te necesita a ti, a mi, al de más arriba, y a alguien que le preste ayuda, cuando quiere beber, cuando quiere comer y cuando se pone malo. Él solo no puede. Lo puedes llamar solidaridad, trabajo en equipo, que somos seres sociales, llámalo como te dé la gana, pero el caso es nos necesitamos. Somos seres sociales, dicho y estudiado desde hace ya miles de años, y la soledad termina por matarnos.
No tengo que decir, que no deseo a nadie esta situación. Solo faltaba. Pero veo en ella ciertas semejanzas con lo que mi hijo debe de sentir día a día, minuto a minuto y segundo a segundo. Y desgraciadamente lo de mi hijo, no tiene periodo caducidad. Porque es su condición, porque él es así. No depende de que el gobierno prorrogue 15 días más su condición y llegue un día que se acabe.
Solo espero que este periodo nos sirva como sociedad para reflexionar y darnos cuentas que nos necesitamos unos a otros. Sí, como especie única en este planeta nos necesitamos. Y necesitamos ser solidarios, enarbolar la bandera del perdón, el amor y la ayuda al más débil. Y los que no quieran compartir estos valores, que abandonen el barco de una sociedad digna de todos nosotros. Eso sí, cuando se vayan que se lleven consigo este recuerdo: Se verán solos tarde y temprano y como he dicho, la soledad termina matando.
Todo pasará, porque en esta vida todo pasa. Pero deseo que lo que nos quede es la necesidad imperiosa que deberíamos de tener todos, de ser un poco más buenos día tras días. Y que al final, cuando hagamos de nuestras vidas, hagamos balance, podamos decir: fui una buena persona, ayudé a los demás.
Como es lógico, quiero que esto termine cuanto antes, que haya los menos muertos posibles, y que la gente que está sola no sufra.
Que haya tenido que venir un maldito virus a hacernos reflexionar es triste, pero la vida es así. Y la naturaleza es así. Recordemos que somos animales sociales, y que nos necesitamos.
Reflexiones de una persona con autismo
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