por F. Paredes | 17 Nov, 2017 | Formación
MOVIMIENTOS DE UNA DE LAS PARTIDAS DE AJEDREZ MÁS BELLAS DE LA HISTORIA DE ESTE DEPORTE
1.e4 d6 2.d4 Cf6 3.Cc3 g6 4.Ae3 Ag7 5.Dd2 c6 6.f3 b5 7.Cge2 Cbd7 8.Ah6 Axh6 9.Dxh6 Ab7 10.a3 e5 11.O-O-O De7 12.Rb1 a6 13.Cc1 O-O-O 14.Cb3 exd4 15.Txd4 c5 16.Td1 Cb6 17.g3 Rb8 18.Ca5 Aa8 19.Ah3 d5 20.Df4+ Ra7 21.The1 d4 22.Cd5 Cbxd5 23.exd5 Dd6
“Nos encontramos en la cuarta ronda del Wijk aan Zee del año 1999. Garry Kasparov (2815) juega con blancas contra Veselin Topalov (2725). Probablemente no exista una partida con tantas exclamaciones. Pero esa no es la razón principal por la que he seleccionado esta posición. El GM Arnold Denker calificó esta partida como “una de las partidas más bellas jamás jugadas”- Revista “Chess Life.” (fuente https://thezugzwangblog.com/las-5-jugadas-mas-brutales-de-garry-kasparov/)
Mis manos volaban mientras se hizo el silencio. Mis labios se movían pero no decían nada. Sólo me concentraba, sólo me concentraba…
Era la partida de mi vida y la jugaba contra ti, contra el que no integra, contra el que saca pecho llamándome tonto…
Sabía que perderías, ¡sabía que hoy no podrías conmigo!
1.e4d62 [Si crees que tus risas me hacen daño, eres más ignorante de lo que creía]
Le doy al reloj; yo ya he movido, te toca a ti…
2.d4Cf6 No sé qué decirte…
3.Cc3g6 No hace falta que digas nada, ya ni siquiera el perdón sirve.
4.Ae3Ag75 Pero no era mi intención…
5.Dd2c6 El mundo no se mueve por intenciones, sino por acciones, y tú no hiciste nada por integrarme… Te toca.
6.f3b5 Pero pensé que lo haría el otro…
7.Cge2Cbd7 Cuando alguien se está ahogando no debes esperar a que actúe el otro, tienes que saltar tú aunque el agua esté helada y sucia… Mueve.
8.Ah6Axh6 Pero ¿crees que hubiera servido de algo que te ayudara?
9.Dxh6Ab7 Te equivocas, el ayudarme a mí era secundario, realmente el que te ayudabas eras tú… te ayudabas a ser mejor persona… Es tu turno.
10.a3e5 Bueno tampoco soy mala persona por no haberte integrado.
11.O-O-ODe7 Eso es cierto, pero eres algo peor que aquel que me integró… Tú mueves.
12.Rb1a6 ¡Qué más da lo que yo hiciera!
13.Cc1O-O-O De nuevo te equivocas… Con que hubieras movido un sólo dedo, hubieras movido mi mundo aunque sólo hubiera sido un poquito. Para mí eso es mucho… Yo ya moví, ahora tú.
14.Cb3exd4 Tú eres diferente y yo no tengo la culpa de eso. No cargues en mi espalda la mochila que alguien te puso.
15.Txd4c5 Nunca lo haría, sólo te pido que me des agua de vez en cuando. La mochila ya la llevo yo. Cada uno lleva la suya y no quiero ni ponértela a ti ni darte pena, que es el barro donde se rebozan los mediocres… Juega, es tu turno.
16.Td1Cb6 ¡Déjame en paz que me aburres!
17.g3Rb8 No te voy a dejar en paz nunca, pues no tengo otro camino que recordarte cada minuto que me tienes que integrar; es tu obligación con el ser humano y contigo mismo… Ahora al que le toca es a ti.
18.Ca5Aa8 ¿Y crees que te voy hacer caso?
No sé si me harás caso o no, pero te garantizo que la partida dura mucho tiempo. Y no voy ni a dejar de atacar ni a dejar de defenderme. Si tú no me haces caso, cogeré mi tablero y mis piezas y me iré a buscar otro contrincante… y a otro… y a otro… y así os iré convenciendo uno a uno de que debéis ayudarme a tener las mismas oportunidades que el resto, no quiero más… sólo las mismas… y te necesito para que la sociedad me haga un hueco en la igualdad de oportunidades.
Si tú no me quieres ayudar, quítate de en medio y déjame que continúe mi camino, pues mi partida no ha hecho más que empezar.
¡¡¡JAQUE MATE!!! a la no inclusión.
-Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
por F. Paredes | 14 Nov, 2017 | Lucas habla
Sé que cada día que sales por esa puerta, la sociedad te recuerda que soy diferente, que soy “peor” que el resto… pero, por favor mamá, no pienses así.
Muchas veces la sociedad no hace nada y eso sólo existe en tu mente. Piensa que a veces tú eres parte de esa sociedad, y que tus esquemas mentales están moldeados y creados a partir de sus principios de lo que es normal y de lo que se sale de ello. Pero muchas veces mamá, la sociedad no es la culpable, es simplemente la vida, la que me ha hecho diferente.
Sé que lloras a escondidas, pues soy una persona con autismo pero no idiota. Sé que aunque me haces cosquillas, tu rímel viene corrido de haber echado más lágrimas de las que te mereces.
Pero no debes llorar, pues yo estoy bien. Yo soy feliz. No tengas pena de mí.
Mira, te voy a decir unas cuantas cosas por las que deberías de estar muy feliz: jamás tendré que hacer deberes y nos ahorraremos peleas en tardes de invierno lluviosas que tendremos para que me hagas cosquillas y me cojas de las manos, ya sabes que es lo que más me gusta.
No te tendrás que preocupar de que me hagan daño por la noche, pues cuando salga a la calle saldré siempre con alguien que me ayudará y me protegerá.
No tendrás que aguantar a mis amigotes tumbados en el sillón mientras juegan a la Play. Sabes que no sé jugar a los vídeo juegos.
No tendrás que tener nunca miedo a que me vaya por un arrebato de independencia, pues no sé qué significa eso. ¡Siempre estaré a tu lado!
Sé que tienes miedo de mi aprendizaje. Estate tranquila. Aprenderé. A otro ritmo, pero aprenderé. Al final comeré solo, pasearé a tu lado sin salir corriendo y te daré esos besos que tanto me pides y que tanto me cuesta darte. Es tiempo, solo necesito algo más de tiempo que el resto. Pero tranquila que todo llega.
Sé que, a veces, no sabes qué me ocurre. Pero ¿no te das cuenta que casi siempre estoy riendo y siendo feliz?
Esos días que no sabes qué me pasa, no me pasa nada. Es simplemente un mal día, sólo que no puedo contártelo; pero tranquila, porque tú y yo sabemos que esos días son muy pocos comparados con los días que me hacéis feliz.
Sé que muchos días no te duermes hasta tarde pensando qué pasará con mi futuro. Ojalá mamá, todos los niños del mundo tuvieran tanta claridad en su futuro como la tengo yo. Estaré contigo, siempre a tu lado. No me iré. ¿No te parece maravilloso? Algunas veces he oído a gente que dice, ¡qué pena, cómo se hacen mayores! Mamá, yo siempre seré tu pequeño, pues solo me hago mayor por fuera. ¿No te parece mágico?
SIEMPRE JUNTOS, Y SIEMPRE SIENDO UN NIÑO A TU LADO.
Mamá, no llores, yo estoy bien…
-Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
por F. Paredes | 10 Nov, 2017 | Padres
Hijo, hace ya años que te condenaron a estar detrás de esos malditos barrotes que sólo dejan pasar aire caliente y pájaros muertos. Estoy cansado de las visitas a esa maldita cárcel donde nadie dice nada.
Estoy cansado de poner mi mano sobre la tuya en un cristal frío, coger el teléfono, ver cómo tú también lo haces y la única respuesta que obtengo cuando escupo la misma pregunta de siempre: ¿Cómo te va la vida? Es el silencio.
Estoy cansado de visitarte sabiendo que no me saludarás y que esquivarás mis abrazos como hace un espadachín con las estocadas de muerte que le lanza su adversario. Lo más duro de esta cárcel es no saber que condena te pusieron. Ya cargo sabiendo que eres inocente y que no hiciste nada para estar en ella. Pero muero cada minuto por no saber si son diez años y un día lo que queda para que salgas o se trata de cadena perpetua.
Sé que haces todo lo posible por salir de ella. Si por buen comportamiento o por ayudar a tus padres a ser mejores personas te hubieran reducido la condena, ya hubieras salido de esa celda maloliente hace tiempo. Sin embargo, en tu mundo la justicia es relativa. Meten en la cárcel a inocentes y los culpables toman el sol en bermudas en una playa de fina arena.
Sé que intentas escapar una y otra vez, pero el silencio te persigue como buen sabueso y te sigue llevando de regreso a tu celda con heridas en las piernas y lágrimas en los ojos. Pero hijo mío no tienes que arrojar la toalla. No podemos permitirnos el lujo de dejarnos vencer y que las palabras sean desterradas a las tierras del olvido.
Tu madre y yo, el resto de familia, tus amigos, tus profesores y la gente que te quiere seguimos haciendo planes de fuga para que un día salgas. Y ese día recogerás tus enseres personales, se abrirán las puertas y allí estaremos todos esperando para darte abrazos y comerte a besos. Ese día llegará, te lo prometo.
Ten paciencia, trabaja como lo haces, y te prometo hijo mío que un día saldrás de la CÁRCEL DEL SILENCIO.
– Reflexiones de un autista.
Fotografía: David Martín
por F. Paredes | 7 Nov, 2017 | Padres
Mi querida amiga y compañera de viaje, nunca sabíamos que el tren que íbamos a coger nos iba a llevar a un sitio tan oscuro. Jamás pensábamos que la vida, cuando lanza su moneda al aire, es tan tramposa que tiene dos cruces y nosotros habíamos dicho cara.
Todavía me acuerdo de aquellas ilusiones, que luego se rompieron, y que vivíamos tan intensamente esperando a que nuestro segundo hijo fuera un famoso cirujano o un deportista de élite.
Es cierto se rompieron, pero apareció algo mucho mejor: una familia diferente y la oportunidad de demostrarnos que estaremos uno al lado del otro con un objetivo común y único: hacernos el viaje lo más cómodo posible en este tren que no sabemos dónde va, pero que sabemos que no es el más cómodo en el que querríamos ir.
Tú y yo sabemos que en este tren no hay palomitas y las películas que suelen poner son de miedo. Sabemos que el café lo sirven con sal y que las patatas están rancias. En el WC no hay papel y en el vagón del silencio solo se oyen los gritos de los niños que no hablan.
Tú y yo elegimos viajar juntos, pero jamás nos dieron la opción de escoger el tren en el que iríamos. Yo no le echo la culpa a Dios, ni al destino, ni a mi querida mala suerte. Es simplemente la vida la que nos citó aquella tarde lluviosa a las 17:00 para montarnos a ambos en el tren del autismo.
Y en cuanto pasamos la primera parada, nos dimos cuenta que algo no iba bien en este tren maldito. El aire dejó de funcionar y el sudor brotaba de nuestras frentes. El revisor no nos pidió los billetes, simplemente con una sonrisa que olía a ironía nos dijo: paciencia.
Y así estamos haciendo nuestro viaje. A veces con sed y sin poder beber; a veces, muchas veces con falta de sueño y comiendo ansiedad. Y siempre con miedo por no saber en qué estaciones parará este maldito tren.
Independientemente del tren, lo que sí depende de nosotros es el viaje. Y estamos consiguiendo que sea maravilloso. El medio en el que viajamos da igual. Lo importante es el paisaje. Lo verdaderamente grande es saber que te tengo a mi lado y que yo estoy al lado tuyo. Que llegaremos a destino con la satisfacción de los kilómetros recorridos y sabiendo que hicimos lo que creímos mejor para nuestros hijos.
Y ahí, justo ahí, estaremos orgullosos de nuestro viaje. Por eso cuando miramos a través de la ventanillas de este maldito tren, ver lagos llenos de lodazal negro no es una opción válida. Mira conmigo y verás bosques verdes y hermosos que te están diciendo que el viaje lo construimos nosotros y lo demás no importa.
Olvídate del “tren” y sigue conmigo nuestro viaje, aún nos quedan maravillosos mundos que descubrir.
Te quiero, mi querida amiga y compañera de viaje. Te quiero Gema.
-Reflexiones de un autista
Fotografía: David Martín
por F. Paredes | 2 Nov, 2017 | Formación, Padres
No sé cuándo pasó, pero me enamoré de ti perdidamente.
De ese bocadito que tanto anuncias. No sé cómo pasamos a los besos. Pero pasamos. Y con fuerza.
Y así poco a poco, ya sólo te veía a ti. Ya sólo te quería a ti. Me decían que había más, pero yo ya no pensaba en cambiar. Mi vida y la tuya habían hecho un pacto inamovible y para siempre.
Lo vi normal, porque cuando “te presenté” a mis amigos, alucinaron. Cuando mi familia te conoció, me dijeron que era la mejor elección que había hecho jamás. Con lo cual, el círculo se cerraba y terminaba donde empezaba: me había enamorado de ti.
Me dormía contigo y contigo me despertaba. No podía salir a la calle sin ti y el día que no te veía se me hacía un nudo en la garganta; me tocaba el corazón buscándote y deseando volver a casa para estar a tu lado. Y cuando te encontraba, por duro que hubiera sido el día, me hacías feliz.
Pero decidiste apagarte y nuestro amor murió. Ocurrió una fría tarde de invierno. En la soledad de un cuarto de baño frío y hostil. El agua inundó tu ser. No sé porqué me pasó a mí, pero el caso es que sucedió. Cuando te encontré flotando en el agua, no pude llorar, por que aunque sabía que no podría volver a tenerte, me empeñé en prolongar lo poco que te quedaba de vida. Y así te fuiste, iluminándote una última vez y despidiéndote con ese mordisco, que había sido el inicio de mi amor por ti.
De esto hace exactamente 8 días y aún sigo perdido. Vagabundeando por las calles. Mirando escaparates e intentando encontrar llenar el hueco que has dejado en mi vida y en mi corazón. Estoy seguro, que ya nunca mi vida será igual.
Hace exactamente 8 días que mi hijo autista, tiró mi iPhone 7 al wáter. Y mi iPhone murió. Y ya nada ha sido igual desde hace 8 días.
No me preguntes los motivos que existen para que a determinada gente le importe más su móvil que integrar a una persona con autismo. De verdad que no sé contestarte a esa pregunta.
– Reflexiones de un autista
Fotografía: David Martín
Comentarios recientes