Construye nuevas expectativas y sé feliz

construye-nuevas-espectativas

Cuando las cosas no ocurren como esperas aparece la maldita frustración.

Con los hijos esto suele suceder muy a menudo. Primero, porque solemos poner nuestras expectativas fuera de la realidad y segundo, porque tenemos muchas.

Cuando aparece en tu vida el diagnóstico de autismo, sucede una verdadera explosión cuya honda expansiva lo primero que hace es derrumbar tu castillo de naipes de lo que esperabas de tu hijo.

Sé que cuando esto sucedió cometí muchos errores, pero principalmente tres que me hicieron a mí y a mi familia “los pies de barro”.

Estos errores son habituales cuando las expectativas que se refieren a ti no se cumplen, por ejemplo como en el caso de aquel corredor que esperaba hacer un maratón en tres horas y veinte, y tardó cuatro; pero duelen en exceso cuando estamos hablando de un hijo porque, con todos mis respetos hacia los corredores de maratones, no hay mayor maratón en esta vida que educar a un hijo.

Y ¿cuáles son esos errores?

1.- Ser incapaz de “crear nuevas expectativas”.

Quedarte anclado en el barro de aquellas que no se cumplieron y ser incapaz de ver unas nuevas. Como aquel chico joven al que deja su primera novia y de repente todo lo que esperaba se fue por el sumidero. Sería absurdo que este joven no fuera capaz de salir a buscar nuevas novias y esperar una nueva vida con alguien maravilloso a su lado. Sería absurdo que se quedara en ese amor que se fue, que ya no volverá y que se llevó consigo el futuro de la única película que él cree pondrán en la sala de cine de su vida.

A mí me pasó. No era capaz de imaginar otra vida. Prefería levantarme cada mañana llorando entre expectativas rotas y deseos no cumplidos, creyendo que no sería capaz nunca de volver a construir mi castillo de naipes.

Debemos ser rápidos en crear nuevas expectativas que serán tan buenas e incluso mejores que las que se llevó “EL AUTISMO”. Si no eres hábil en esto, tu ropa enseguida olerá a lo que huelen los sueños rotos y te costará ponerte en pie.

Cada día que pase es un día perdido. Es una hoja en blanco en el libro de tu vida.

2.- “Vivir de espalda a la nueva realidad”.

No sólo no fui capaz de crear nuevas expectativas sino que decidí no aceptar la nueva realidad.

Esto es como si a un actor en plena obra le cambian por detrás el escenario y en lugar de seguir con su papel, abandona la escena y se marcha dejando al público con cara de tonto.

Eso hice yo. NO quise saber nada de lo que estaba viviendo. Por culpa de la no aceptación, “cogí mi vida” y salí corriendo.

Ésta, te aseguro, es la mejor manera de hacer daño a los que te rodean y a ti mismo. Existe una cosa que se llama “responsabilidad” por la que estás obligado a aceptar el cambio de circunstancias en tu vida y seguir hacia delante.

YO fui un total irresponsable. Te pido por favor que afrontes las nuevas circunstancias, no que las aceptes pues eso dependerá de cada uno, pero que las afrontes de manera responsable; el no hacerlo y salir corriendo es de cobardes, de no saber vivir la vida que te ha tocado. Ya te encargarás tú de que sea maravillosa; pero tienes que vivirla, no salir en estampida.

3.- “Si mis expectativas se derrumban le echo la culpa a lo que sea o a quien sea”.

De nuevo una total irresponsabilidad. La búsqueda de un culpable en vez de buscar soluciones es una tontería muy grande. Quería echar la culpa a cualquier cosa o cualquier persona que no fuera yo.

Buscaba culpables en Dios, en la genética, en la vida, en todo en general y mientras tanto la vida seguía y yo quejándome.

NO hombre NO. El problema únicamente estaba en mí. En mis esquemas mentales, en mis creencias de donde manan mis pensamientos que se convierten en emociones y esto acaba en acciones que tienen consecuencias.

Si esos pensamientos que se generan son negativos pueden acarrear conductas negativas con unas consecuencias terribles para ti y para los tuyos. Es difícil pero hay que cambiar las creencias, que además suelen estar llenas de distorsiones cognitivas.

La Humanidad está llena de miles de ejemplos de personas que viven en peores circunstancias que las tuyas y se levantan cada mañana con la única intención de buscar un presente y un futuro lo más feliz posible para él y para su familia.

El resumen de todo esto es que hay que ser capaz de reinventar tus expectativas; por duro que sea y por rápido que se caiga tu castillo de naipes, con la misma rapidez, recoge las cartas y ponte a hacer uno nuevo.

Bajo mi humilde opinión en ese pequeño detalle consiste TODO. En la medida en que seas rápido en construir tus nuevas expectativas, más rápido aparecerá la posibilidad de ser feliz, que en definitiva es para lo que estamos aquí.

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín

 

Trae ladrillos para construir rascacielos

trae-ladrillos-para-construir-rascacielos

¿Cómo gestionar mi cariño ante dos hijos míos que lo necesitan?

¿Cómo parto mi atención para uno que la necesita más que el comer y para el otro que no le sobra?

¿Cómo tiro adelante con mi conciencia llena de incertidumbre ante un futuro, que sé que no es bueno imaginar, y ante un pasado que convierten mis errores en grilletes para que no pueda caminar?

¿Cómo hago para acostarme cada día sabiendo que he sido el mejor padre que debía ser si hay días que no lo consigo?

¿Cómo recojo mis temores en bolsas que no tienen fondo y cuando miro dentro veo que no hay nada?

¿Cómo gestiono mis emociones cuando son caballos salvajes que sólo buscan agua porque están cansadas de los altibajos del duro camino?

¿Cómo consigo que nadie note nada cuando sigo esperando cada mañana un “hola papi” que nunca llega?

¿Cómo hago para tragar hiel cuando alguien me dice que sabe por lo que estoy pasando?

¿Cómo gestiono mi autocontrol para no mandar a la mierda a gente que piensa que uso la pena como arma para ganarme el cariño de los demás?

¿Cómo duermo a pierna suelta sabiendo que hay gente que necesita mucho más que yo el cariño y todo lo material que a mí me sobra?

¿Cómo hago para no querer cambiar el mundo de las malas personas, que escupen hacia arriba esperando que le caiga a otro y no a él?

¿Cómo hacemos para que los diferentes se acerquen más a los normales y los normales vean la diferencia como algo normal?

¿Cómo puedo querer más si creo que mi tarro del cariño hacia los míos no tiene más que dar?

¿Cómo puedo cambiar mi esencia que me ha llevado a lugares oscuros y calles solitarias en las que no hay más que tiendas de ropa de segunda mano y zapatos viejos?

¿Cómo integramos a las personas con autismo?

De las preguntas anteriores me ocupo yo, pero para contestar a esta última te necesito a ti. En esta partida jugamos todos. NO es un solitario. Necesitamos remar todos a una y hacia el mismo sitio y procurar que las personas que hemos decidido categorizar como diferentes, tengan los mismos derechos y deberes que la inmensa mayoría de los normales. Y en esto jugamos todos.

No sirve de nada que yo ponga ladrillos si la sociedad no me acompaña. No conseguiré nada más que hacer una caseta para el perro y lo que hay que construir son rascacielos, pueblos, ciudades… te necesito y necesito que me sigas, o como mínimo que no entorpezcas mi camino.

Si no eres parte de la solución nunca seas parte del problema… hay mucha gente que trae ladrillos para construir, aparta y déjanos pasar.

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín

 

¿Por qué tienes que salir?

socialización de las personas con autismo

A medida que pasan los años, cada vez se nos hace un poquito más complicado hacer determinadas cosas que antes hacíamos en familia con total normalidad y alegría.

Hoy en día, esas cosas, se han convertido en tediosas, en un camino lleno de piedras por el que vas descalzo.

¡Claro!, Lucas antes era un bebé y le manejabas, le cogías, podías con él; le llevabas donde tú querías.

Ahora ya tiene 7 años.

Y como dicen las abuelas ¡7 años bien criados! Es corpulento como su hermano y como yo. Hacerte con él ya es difícil. Tenemos que alegrarnos, sus conductas de fugas no son todavía ingobernables porque todavía corro más que él; pero me imagino que cuando tenga 14 años correrá más que yo y ya no le alcanzaré.

Pero ves, esto es un error. Me estoy imaginando un futuro que quizás no sea así. ¿Por qué? Porque Lucas al tiempo que crece va aprendiendo. Y una de las cosas que van aprendiendo es a pasear a tu lado, a no cruzar una calle cuando no deba y a tomarse un refresco en una terraza sentado y tranquilo.

¿Qué te quiero transmitir con estas dos cuestiones?

Tienes que hacer siempre cosas con tu hijo a pesar de que sea una persona con autismo. Tienes que intentar normalizar lo más que puedas tu vida, a pesar del autismo. Es tontería decir que vas hacer lo mismo que con un hijo neurotípico (que no manifiesta comportamiento autista u otros comportamientos neurológicos atípicos) pero lo tienes que intentar.

Quedarte en casa porque tu hijo salga corriendo, la monte en un restaurante o chille cuando hay gente, es la peor de las soluciones que puedes buscar para ti y para los tuyos. Si me permites te daré un resumen de acciones, a través de mi experiencia, que te servirán para que puedas ir con tu hijo a casi cualquier parte:

1. NO. Esta palabra, intenta decirla lo menos posible. Intenta cambiar el NO por instrucciones claras y sencillas.

Si tu hijo coge un vaso de cristal en una terraza en la que tomas el aperitivo y ves peligro de que se caiga, no le grites ¡¡¡¡¡¡¡¡NOOOOOOO¡¡¡¡¡¡¡¡. Es mucho mejor una instrucción clara y sencilla: “Hijo deja el vaso en la mesa, se puede caer y hacerte daño.”

Su mundo está lleno de NOES que no comprende y que lo único que hacen es crearle estrés y ansiedad. Imagínate por un segundo que vieras correr hacia ti a un señor con la cara desencajada, moviendo la mano y diciendo NOOOOOO.

¿Qué te ocurriría? Te asustarías, te alarmarías, pero realmente no sabrías que está pasando. Despertándose en ti la ansiedad y poniéndote en predisposición para la lucha o para la huida. Esto mismo, le ocurre a una persona con autismo si no le das una instrucción, muchas veces no comprende el NOOOO.

Por otro lado, en ti crea mucha frustración que una vez tras otra le digas NO, NO, NO, NO, y no consiga entender.

¡Es mucho mejor una instrucción clara y sencilla, créeme!

2. Sin ruido. Procura buscar sitios en los que no haya mucho ruido.

Si llevas a una persona con autismo a una discoteca tienes todas las papeletas para que no se adapte. Recuerda que son hipersensoriales y que los sonidos les llegan a la vez.

No filtran y están oyendo todo a la vez y multiplicado por 20.

Buscar un entorno que se adapte a él es siempre mejor que esperar que él se adapte al entorno que te viene bien a ti.

3. Pendiente, pero dejando que sea él; la persona con autismo necesita ser él mismo, como cualquier persona en este universo.

No seas una mosca “cojonera” no dejándole ser él mismo. Control si, pero sin agobios. Si en un momento grita o hace algo que no es normal no le des importancia pues necesita, como cualquier humano, sentirse libre y poder ser él.

Siempre vigilante y observándole pero dejando que sea como es.

4. Túrnate. A mi mujer y a mi nos ha venido muy bien establecer una serie de turnos para que podamos disfrutar del momento con amigos o con familia.

Mi hijo dura sentado en una silla unos dos minutos, no más. Lo siguiente que hace es correr, saltar,… vamos divertirse a su manera y a su forma. Es por ello que cuando estamos en una reunión de ocio, establecemos turnos entre ella y yo y así podemos disfrutar de nuestros amigos y de la situación.

Parece un poco extremo decir te vas a ocupar media hora tú y media hora yo, pero de verdad que este pequeño gesto hace la cuestión justa y nos hace disfrutar a ambos del momento.

Si sólo se ocupa uno o si se ocupan los dos, al final no vivirías.

5. Con gente. Necesita, como ser social que es, relacionarse con gente y con niños de su edad.

Busca entornos con niños y queda con amigos de su edad. Aunque parezca que está en su mundo empezarás a observar que poco a poco empieza a intentar interactuar.

Necesita desarrollarse y no hay mejor aprendizaje que esté con niños de su edad.

6. Intenta abrir el mundo del autismo. No quedes solamente con gente relacionada con el autismo.

Es bueno estar con padres y profesionales que tengan un hijo autista o que se dediquen al autismo. Pero en tu tiempo de ocio tienes que buscar otras actividades que no sean este mundo.

Si sólo te mueves en el mundo del autismo, te moverás solamente en torno al autismo y ésta no es la mejor manera de normalizar e integrar a tu hijo. Tiene que ir a sitios a los que va todo el mundo, porque tiene derecho y porque si le apartas, cuando quieras que vaya ya no podrás hacerlo.

Ten en cuenta que él está aprendiendo. A su ritmo pero aprendiendo. Y necesita de todos los entornos para, como cualquier persona, desplegar sus capacidades y llegar a lo máximo de sus posibilidades.

Nada más darnos el diagnóstico de Lucas, una psicoterapeuta nos pidió, casi nos rogó, que por favor no nos quedáramos en casa. Si hacíamos esto estábamos condenados al final a no salir nunca y a hacer de nuestra vida un verdadero calvario.

Nos contaba, que desgraciadamente, ante la dificultad que supone ir con una persona con autismo, muchos padres deciden quedarse en casa. Cada vez lo van haciendo más, cada vez quedan menos y llega un momento que ya no salen nunca.

Eso al final destruye a la familia y lo que es más importante destruye las posibilidades de tu hijo de aprender y de que se desarrolle como persona. Si te quedas en casa se está quedando contigo el aprendizaje de tu hijo.

¡Sal de casa! y que el viento sea amigo de tu hijo.

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín

 

La Constitución española de 1978

constitucion-espanola-1978

Título I. De los derechos y deberes fundamentales

Capítulo segundo. Derechos y libertades

Sección 1. ª De los derechos fundamentales y de las libertades públicas

Artículo 27

1. Todos tienen el derecho a la educación. Se reconoce la libertad de enseñanza.

2. La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana en el respeto a los principios democráticos de convivencia y a los derechos y libertades fundamentales.

3. Los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.

4. La enseñanza básica es obligatoria y gratuita.

5. Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, mediante una programación general de la enseñanza, con participación efectiva de todos los sectores afectados y la creación de centros docentes.

6. Se reconoce a las personas físicas y jurídicas la libertad de creación de centros docentes, dentro del respeto a los principios constitucionales.

7. Los profesores, los padres y, en su caso, los alumnos intervendrán en el control y gestión de todos los centros sostenidos por la Administración con fondos públicos, en los términos que la ley establezca.

8. Los poderes públicos inspeccionarán y homologarán el sistema educativo para garantizar el cumplimiento de las leyes.

9. Los poderes públicos ayudarán a los centros docentes que reúnan los requisitos que la ley establezca.

10. Se reconoce la autonomía de las Universidades, en los términos que la ley establezca.

Recuerdo aquel día como un día cualquiera. Hacía ese tiempo en el que el calor y el frío se dan la mano y no sientes una cosa ni la otra. Como siempre, llegué a primera hora cogido de la mano de mi padre. Él siempre me llevaba al colegio. Fue un día más. De nuevo me dio un beso y como siempre me dijo un te quiero muy alto, al tiempo que me decía que era el mejor niño del mundo.

Para mí era todo normal. No sabía que era mi último día en la educación reglada que habéis construido para los neurotípicos.

Ya no podía seguir; pues según vosotros, ya no iba a avanzar más. Y lo que me proponíais era irme a Educación Especial o que mis padres buscaran un colegio especializado en autismo; pero sobre todo, vuestra opinión era que ya no podía seguir con mis amigos de siempre, con mis profesoras de siempre. ¿Cuál era el motivo?

¡Que yo no iba a aprender más!

Ahhhh. Y la socialización con los niños a los que consideráis normales, ¿no me iba a venir bien para mis carencias en este ámbito? ¿Entonces me queréis decir que era mucho mejor ir a un colegio donde estábamos todos los que vosotros no consideráis normales? ¿Esa es la solución que dais como sociedad?

Muy bien. Es como si a mí se me ocurriera que a los calvos los metiéramos en un barrio especial para calvos, porque ver a gente que tiene pelo les vendría muy mal a nivel emocional… ¡¡pero no entendéis que esto es una absoluta tontería!!

Lo que se debería hacer es integrarnos en la educación normal. ¡Pero de verdad! NO a medias tintas, ni con periodos de caducidad.

Un amigo mío tiene un dicho que reza: me metiste el caramelo en la boca y me lo sacaste… y eso fue lo que hicisteis conmigo. Me dejasteis unos años en el colegio público, en el que iba a clases de integración y cuando considerasteis que ya no podía estar ahí, os sentasteis delante de mis padres para proponerles que me fuera; sí, con un par, lo hicisteis.

Y no digo que fuera culpa de nadie, pero el sistema dista mucho de ser un sistema bueno para nosotros, las personas con autismo. Porque integra sólo unos años y luego ¿qué? Luego ¿cuál es la solución? ¿La educación especial?

Vosotros mismos reconocisteis que Educación Especial no era lo adecuado para una persona con TEA. ¿Y entonces? ¿Un colegio con autismo? ¿Cuántos hay en la comunidad de Madrid? ¿Cuánto valen? ¿Eso es ayudar a las personas con TEA?

Como siempre lo han asumido mis padres, gracias a su esfuerzo y su trabajo. Yo soy un privilegiado, pues puedo disfrutar de un Colegio maravilloso, pero que vale un dineral. ¿Y qué hacemos con los niños que no tengan recursos para pagar estos colegios? ¿Les mandamos a educación especial, que reconocéis que no sirve?

En fin, yo al día de hoy estoy muy contento con mi colegio especializado para personas con autismo, pero no veo justo que yo tenga acceso y otros niños no puedan ir por lo caros que son. NO veo justo que el sistema no ofrezca soluciones de integración verdaderas para los niños como yo y no veo justo que se nos aparte de los niños neurotípicos; si seguimos haciendo eso, la integración siempre será a medias. Seguiréis sacándole el caramelo de la boca a muchos después de habérselo dado a probar. Pensadlo bien, nos corresponde buscar a todos como sociedad soluciones para los más desfavorecidos.

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín

 

Ahora mueves tú

MOVIMIENTOS DE UNA DE LAS PARTIDAS DE AJEDREZ MÁS BELLAS DE LA HISTORIA DE ESTE DEPORTE

1.e4 d6 2.d4 Cf6 3.Cc3 g6 4.Ae3 Ag7 5.Dd2 c6 6.f3 b5 7.Cge2 Cbd7 8.Ah6 Axh6 9.Dxh6 Ab7 10.a3 e5 11.O-O-O De7 12.Rb1 a6 13.Cc1 O-O-O 14.Cb3 exd4 15.Txd4 c5 16.Td1 Cb6 17.g3 Rb8 18.Ca5 Aa8 19.Ah3 d5 20.Df4+ Ra7 21.The1 d4 22.Cd5 Cbxd5 23.exd5 Dd6

“Nos encontramos en la cuarta ronda del Wijk aan Zee del año 1999. Garry Kasparov (2815) juega con blancas contra Veselin Topalov (2725). Probablemente no exista una partida con tantas exclamaciones. Pero esa no es la razón principal por la que he seleccionado esta posición. El GM Arnold Denker calificó esta partida como “una de las partidas más bellas jamás jugadas”- Revista “Chess Life.” (fuente https://thezugzwangblog.com/las-5-jugadas-mas-brutales-de-garry-kasparov/)

Mis manos volaban mientras se hizo el silencio. Mis labios se movían pero no decían nada. Sólo me concentraba, sólo me concentraba…

Era la partida de mi vida y la jugaba contra ti, contra el que no integra, contra el que saca pecho llamándome tonto…

Sabía que perderías, ¡sabía que hoy no podrías conmigo!

1.e4d62 [Si crees que tus risas me hacen daño, eres más ignorante de lo que creía]

Le doy al reloj; yo ya he movido, te toca a ti…

2.d4Cf6 No sé qué decirte…

3.Cc3g6 No hace falta que digas nada, ya ni siquiera el perdón sirve.

4.Ae3Ag75 Pero no era mi intención…

5.Dd2c6 El mundo no se mueve por intenciones, sino por acciones, y tú no hiciste nada por integrarme… Te toca.

6.f3b5 Pero pensé que lo haría el otro…

7.Cge2Cbd7 Cuando alguien se está ahogando no debes esperar a que actúe el otro, tienes que saltar tú aunque el agua esté helada y sucia… Mueve.

8.Ah6Axh6 Pero ¿crees que hubiera servido de algo que te ayudara?

9.Dxh6Ab7 Te equivocas, el ayudarme a mí era secundario, realmente el que te ayudabas eras tú… te ayudabas a ser mejor persona… Es tu turno.

10.a3e5 Bueno tampoco soy mala persona por no haberte integrado.

11.O-O-ODe7 Eso es cierto, pero eres algo peor que aquel que me integró… Tú mueves.

12.Rb1a6 ¡Qué más da lo que yo hiciera!

13.Cc1O-O-O De nuevo te equivocas… Con que hubieras movido un sólo dedo, hubieras movido mi mundo aunque sólo hubiera sido un poquito. Para mí eso es mucho… Yo ya moví, ahora tú.

14.Cb3exd4 Tú eres diferente y yo no tengo la culpa de eso. No cargues en mi espalda la mochila que alguien te puso.

15.Txd4c5 Nunca lo haría, sólo te pido que me des agua de vez en cuando. La mochila ya la llevo yo. Cada uno lleva la suya y no quiero ni ponértela a ti ni darte pena, que es el barro donde se rebozan los mediocres… Juega, es tu turno.

16.Td1Cb6 ¡Déjame en paz que me aburres!

17.g3Rb8 No te voy a dejar en paz nunca, pues no tengo otro camino que recordarte cada minuto que me tienes que integrar; es tu obligación con el ser humano y contigo mismo… Ahora al que le toca es a ti.

18.Ca5Aa8 ¿Y crees que te voy hacer caso?

No sé si me harás caso o no, pero te garantizo que la partida dura mucho tiempo. Y no voy ni a dejar de atacar ni a dejar de defenderme. Si tú no me haces caso, cogeré mi tablero y mis piezas y me iré a buscar otro contrincante… y a otro… y a otro… y así os iré convenciendo uno a uno de que debéis ayudarme a tener las mismas oportunidades que el resto, no quiero más… sólo las mismas… y te necesito para que la sociedad me haga un hueco en la igualdad de oportunidades.

Si tú no me quieres ayudar, quítate de en medio y déjame que continúe mi camino, pues mi partida no ha hecho más que empezar.

¡¡¡JAQUE MATE!!! a la no inclusión.

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín

 

Mamá, no llores, yo estoy bien

Mama_no_llores-reflexiones-de-un-autista

Sé que cada día que sales por esa puerta, la sociedad te recuerda que soy diferente, que soy “peor” que el resto… pero, por favor mamá, no pienses así.

Muchas veces la sociedad no hace nada y eso sólo existe en tu mente. Piensa que a veces tú eres parte de esa sociedad, y que tus esquemas mentales están moldeados y creados a partir de sus principios de lo que es normal y de lo que se sale de ello. Pero muchas veces mamá, la sociedad no es la culpable, es simplemente la vida, la que me ha hecho diferente.

Sé que lloras a escondidas, pues soy una persona con autismo pero no idiota. Sé que aunque me haces cosquillas, tu rímel viene corrido de haber echado más lágrimas de las que te mereces.

Pero no debes llorar, pues yo estoy bien. Yo soy feliz. No tengas pena de mí.

Mira, te voy a decir unas cuantas cosas por las que deberías de estar muy feliz: jamás tendré que hacer deberes y nos ahorraremos peleas en tardes de invierno lluviosas que tendremos para que me hagas cosquillas y me cojas de las manos, ya sabes que es lo que más me gusta.

No te tendrás que preocupar de que me hagan daño por la noche, pues cuando salga a la calle saldré siempre con alguien que me ayudará y me protegerá.

No tendrás que aguantar a mis amigotes tumbados en el sillón mientras juegan a la Play. Sabes que no sé jugar a los vídeo juegos.

No tendrás que tener nunca miedo a que me vaya por un arrebato de independencia, pues no sé qué significa eso. ¡Siempre estaré a tu lado!

Sé que tienes miedo de mi aprendizaje. Estate tranquila. Aprenderé. A otro ritmo, pero aprenderé. Al final comeré solo, pasearé a tu lado sin salir corriendo y te daré esos besos que tanto me pides y que tanto me cuesta darte. Es tiempo, solo necesito algo más de tiempo que el resto. Pero tranquila que todo llega.

Sé que, a veces, no sabes qué me ocurre. Pero ¿no te das cuenta que casi siempre estoy riendo y siendo feliz?

Esos días que no sabes qué me pasa, no me pasa nada. Es simplemente un mal día, sólo que no puedo contártelo; pero tranquila, porque tú y yo sabemos que esos días son muy pocos comparados con los días que me hacéis feliz.

Sé que muchos días no te duermes hasta tarde pensando qué pasará con mi futuro. Ojalá mamá, todos los niños del mundo tuvieran tanta claridad en su futuro como la tengo yo. Estaré contigo, siempre a tu lado. No me iré. ¿No te parece maravilloso? Algunas veces he oído a gente que dice, ¡qué pena, cómo se hacen mayores! Mamá, yo siempre seré tu pequeño, pues solo me hago mayor por fuera. ¿No te parece mágico?

SIEMPRE JUNTOS, Y SIEMPRE SIENDO UN NIÑO A TU LADO.

Mamá, no llores, yo estoy bien…

-Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín

La cárcel del silencio

carcel-del-silencio-reflexiones-de-un-autista

Hijo, hace ya años que te condenaron a estar detrás de esos malditos barrotes que sólo dejan pasar aire caliente y pájaros muertos. Estoy cansado de las visitas a esa maldita cárcel donde nadie dice nada.

Estoy cansado de poner mi mano sobre la tuya en un cristal frío, coger el teléfono, ver cómo tú también lo haces y la única respuesta que obtengo cuando escupo la misma pregunta de siempre: ¿Cómo te va la vida? Es el silencio.

Estoy cansado de visitarte sabiendo que no me saludarás y que esquivarás mis abrazos como hace un espadachín con las estocadas de muerte que le lanza su adversario. Lo más duro de esta cárcel es no saber que condena te pusieron. Ya cargo sabiendo que eres inocente y que no hiciste nada para estar en ella. Pero muero cada minuto por no saber si son diez años y un día lo que queda para que salgas o se trata de cadena perpetua.

Sé que haces todo lo posible por salir de ella. Si por buen comportamiento o por ayudar a tus padres a ser mejores personas te hubieran reducido la condena, ya hubieras salido de esa celda maloliente hace tiempo. Sin embargo, en tu mundo la justicia es relativa. Meten en la cárcel a inocentes y los culpables toman el sol en bermudas en una playa de fina arena.

Sé que intentas escapar una y otra vez, pero el silencio te persigue como buen sabueso y te sigue llevando de regreso a tu celda con heridas en las piernas y lágrimas en los ojos. Pero hijo mío no tienes que arrojar la toalla. No podemos permitirnos el lujo de dejarnos vencer y que las palabras sean desterradas a las tierras del olvido.

Tu madre y yo, el resto de familia, tus amigos, tus profesores y la gente que te quiere seguimos haciendo planes de fuga para que un día salgas. Y ese día recogerás tus enseres personales, se abrirán las puertas y allí estaremos todos esperando para darte abrazos y comerte a besos. Ese día llegará, te lo prometo.

Ten paciencia, trabaja como lo haces, y te prometo hijo mío que un día saldrás de la CÁRCEL DEL SILENCIO.

– Reflexiones de un autista.

 


Fotografía: David Martín

 

El tren del autismo

[et_pb_section admin_label=”section”]
[et_pb_row admin_label=”row”]
[et_pb_column type=”4_4″]
[et_pb_text admin_label=”Text”]
Mi querida amiga y compañera de viaje, nunca sabíamos que el tren que íbamos a coger nos iba a llevar a un sitio tan oscuro. Jamás pensábamos que la vida, cuando lanza su moneda al aire, es tan tramposa que tiene dos cruces y nosotros habíamos dicho cara.

Todavía me acuerdo de aquellas ilusiones, que luego se rompieron, y que vivíamos tan intensamente esperando a que nuestro segundo hijo fuera un famoso cirujano o un deportista de élite.

Es cierto se rompieron, pero apareció algo mucho mejor: una familia diferente y la oportunidad de demostrarnos que estaremos uno al lado del otro con un objetivo común y único: hacernos el viaje lo más cómodo posible en este tren que no sabemos dónde va, pero que sabemos que no es el más cómodo en el que querríamos ir.

Tú y yo sabemos que en este tren no hay palomitas y las películas que suelen poner son de miedo. Sabemos que el café lo sirven con sal y que las patatas están rancias. En el WC no hay papel y en el vagón del silencio solo se oyen los gritos de los niños que no hablan.

Tú y yo elegimos viajar juntos, pero jamás nos dieron la opción de escoger el tren en el que iríamos. Yo no le echo la culpa a Dios, ni al destino, ni a mi querida mala suerte. Es simplemente la vida la que nos citó aquella tarde lluviosa a las 17:00 para montarnos a ambos en el tren del autismo.

Y en cuanto pasamos la primera parada, nos dimos cuenta que algo no iba bien en este tren maldito. El aire dejó de funcionar y el sudor brotaba de nuestras frentes. El revisor no nos pidió los billetes, simplemente con una sonrisa que olía a ironía nos dijo: paciencia.

Y así estamos haciendo nuestro viaje. A veces con sed y sin poder beber; a veces, muchas veces con falta de sueño y comiendo ansiedad. Y siempre con miedo por no saber en qué estaciones parará este maldito tren.

Independientemente del tren, lo que sí depende de nosotros es el viaje. Y estamos consiguiendo que sea maravilloso. El medio en el que viajamos da igual. Lo importante es el paisaje. Lo verdaderamente grande es saber que te tengo a mi lado y que yo estoy al lado tuyo. Que llegaremos a destino con la satisfacción de los kilómetros recorridos y sabiendo que hicimos lo que creímos mejor para nuestros hijos.

Y ahí, justo ahí, estaremos orgullosos de nuestro viaje. Por eso cuando miramos a través de la ventanillas de este maldito tren, ver lagos llenos de lodazal negro no es una opción válida. Mira conmigo y verás bosques verdes y hermosos que te están diciendo que el viaje lo construimos nosotros y lo demás no importa.

Olvídate del “tren” y sigue conmigo nuestro viaje, aún nos quedan maravillosos mundos que descubrir.

Te quiero, mi querida amiga y compañera de viaje. Te quiero Gema.

-Reflexiones de un autista

 


Fotografía: David Martín

 
[/et_pb_text]
[/et_pb_column]
[/et_pb_row]
[/et_pb_section]

Banalidades

banalidades

No sé cuándo pasó, pero me enamoré de ti perdidamente.

De ese bocadito que tanto anuncias. No sé cómo pasamos a los besos. Pero pasamos. Y con fuerza.

Y así poco a poco, ya sólo te veía a ti. Ya sólo te quería a ti. Me decían que había más, pero yo ya no pensaba en cambiar. Mi vida y la tuya habían hecho un pacto inamovible y para siempre.

Lo vi normal, porque cuando “te presenté” a mis amigos, alucinaron. Cuando mi familia te conoció, me dijeron que era la mejor elección que había hecho jamás. Con lo cual, el círculo se cerraba y terminaba donde empezaba: me había enamorado de ti.

Me dormía contigo y contigo me despertaba. No podía salir a la calle sin ti y el día que no te veía se me hacía un nudo en la garganta; me tocaba el corazón buscándote y deseando volver a casa para estar a tu lado. Y cuando te encontraba, por duro que hubiera sido el día, me hacías feliz.

Pero decidiste apagarte y nuestro amor murió. Ocurrió una fría tarde de invierno. En la soledad de un cuarto de baño frío y hostil. El agua inundó tu ser. No sé porqué me pasó a mí, pero el caso es que sucedió. Cuando te encontré flotando en el agua, no pude llorar, por que aunque sabía que no podría volver a tenerte, me empeñé en prolongar lo poco que te quedaba de vida. Y así te fuiste, iluminándote una última vez y despidiéndote con ese mordisco, que había sido el inicio de mi amor por ti.

De esto hace exactamente 8 días y aún sigo perdido. Vagabundeando por las calles. Mirando escaparates e intentando encontrar llenar el hueco que has dejado en mi vida y en mi corazón. Estoy seguro, que ya nunca mi vida será igual.

Hace exactamente 8 días que mi hijo autista, tiró mi iPhone 7 al wáter. Y mi iPhone murió. Y ya nada ha sido igual desde hace 8 días.

No me preguntes los motivos que existen para que a determinada gente le importe más su móvil que integrar a una persona con autismo. De verdad que no sé contestarte a esa pregunta.

Reflexiones de un autista

 


Fotografía: David Martín