Es humano echar la culpa al otro. Desde el principio de los tiempos, creo que el ser humano es experto en echar la culpa al prójimo. Si pasa algo malo o que genera un problema lo primero que hacemos es levantar la cabeza buscando al que originó el problema y poner nuestro dedo índice en posición de acusar al personaje que la lió. Como si eso fuera a aliviar el problema, hacerlo más pequeño o a solucionarlo.

Con el autismo se puede cometer el mismo error. Y es un gran error. Puedes culpar a Dios, a la humanidad, al destino y, lo que es mucho peor, a tus seres queridos y más cercanos. Esto no sirve para nada.

Bueno si sirve para algo, para crear aún más barro en el lodazal que de repente se ha convertido tu vida.

Buscar culpables o variables como es que lo hemos tenido muy mayores, es que teníamos que habernos hecho más pruebas, es que tú tenías un tío que ya tenía autismo…, son frases que hieren en lo más profundo a tu pareja y lo único que se consigue con ellas es desunir a un equipo de dos.

Mi opinión respecto a la culpa la resumo en tres puntos básicos:

1. NO busques culpables en nada y en nadie, y mucho menos en ti mismo. Esto te debilita, te resta fuerzas que vas a necesitar para sacar a tu pequeña o pequeño adelante.

2. NO busques excusas ni sistemas para culpabilizar a la gente, a la sociedad, ni mucho menos a tu familia. Simplemente considera que tienes un ser maravilloso del que vas a aprender mucho, que, a pesar de su diferencia, es lo que más quieres y que te va a ayudar a crecer como persona. La culpa no es buen camino para ese crecimiento.

3. NO hay culpables. Nadie ha sido el origen de que tengas a tu lado a una persona con autismo; pero incluso aunque alguien lo fuese ¿qué más da? Lo importante es enfocarte en la lucha para sacar a esa persona adelante. Aunque hubiera un culpable no serviría para nada.

A mí me ocurrió. Cuando te dan el diagnóstico tiendes a buscar quién o qué circunstancias han sido las que han provocado que mi hijo tenga TEA. Busqué, arrojé barro a mi pareja, a los profesionales que le habían atendido, al colegio por no darse cuenta, … ¿y sabes de que me sirvió? De nada.

Me sirvió solo para crear dentro de mi más barro y buscar algo que no iba a solucionar el problema. Me hizo perder un tiempo precioso, que lo podría haber usado para conocer más en profundidad el autismo y ayudar mejor a mi hijo. Me desenfocó de mi labor como padre al no trabajar en la búsqueda de entornos más favorables para mi pequeño. Peleé con gente que no debía y que nada tenían que ver con mi situación. Me separé de mi familia cuando ellos son los más valiosos en ese momento.

En fin, una serie de cuestiones que no sirvieron para nada. Pasar por esa experiencia de buscar culpables me sirvió solamente para una cosa, y es que cuando exista un problema, o mejor dicho una situación diferente con la que no esté de acuerdo, me tengo que poner rápidamente a buscar soluciones y no a buscar culpables. La búsqueda de culpables solo lleva de la mano que la situación problemática perdure y se haga más grande. Hay que enfocarse en la búsqueda de soluciones.

Así fue.

Fui culpable de buscar culpables.

Reflexiones de una persona con autismo

 


Fotografía: David Martín