La isla de la inclusión

La isla de la inclusión

Mira, solo te pido una cosa: que vengas y me cojas en tus brazos y me achuches.

Solo quiero que vengas y me lances ese balón imaginario con el que los niños jugamos nuestros mejores partidos.

Invéntate una guerra de buenos contra más buenos y serás mi jefe e iremos corriendo a conquistar tierras lejanas

Intenta coger mi mano y jugar al corro de la patata mientras tiras risas y sonrisas y me arrancas a mí las mías.

Dame abrazos y besos hasta que te canses y que tus caricias lleguen a un momento en el que sean como aquel caramelo que ya no quiero porque comí demasiados.

Sé cursi conmigo y dime que me vas a enseñar a que huelen las nubes; se maravilloso conmigo y dime que te quedarás un rato más que con el resto.

Ven, vente conmigo al parque a descubrir carreras que no tienen una meta e intenta coger mis besos que el viento llevan hacia a ti, ¡no los dejes escapar!

Llévame a jugar con tu hijos; que lo intenten, que se acerquen, que sus sonrisas sean compañeras de las mías y no cómplices entre ellas.

Dile a la gente que vas conmigo, no te escondas. NO lo necesitas. Nadie jamás necesitó esconderse por ir con un niño.

Grítales que vas a mi lado y que juntos vamos a conquistar una tierra lejana que se llama LA ISLA DE LA INCLUSION.

Mira, yo no quiero ser el niño que coja más caramelos de la piñata pero si quiero coger alguno.

No quiero ser el que más atención se lleve pero sí que mires y me guiñes un ojo cuando te vas.

Enséñame a amar, a desear, a querer, a relacionarme y olvídate de mí para odiar, para criticar, para insultar… para eso no estoy a tu lado.

Verás que solo te pido una cosa, que te acerques, que juegues, que me lleves contigo, que me ayudes a conocerte, que me quieras… En fin que me trates como deberías tratar a todos los niños del mundo.

No quiero más, pero tampoco seas el responsable de darme menos.

 

Reflexiones de una persona con autismo


Fotografía: David Martín

Marcas no, gracias

Marcas no, gracias

No me gustaría ser el Carrefour al que le faltara una R, pero tampoco el AHORRAMAS sin la H.

Yo no soy una MONT BLANC que no escribe ni un recambio de PARKER que se gasta rápido.

No veas en mí a un cocodrilo como el de LACOSTE pero tampoco quiero ser ni BIMBA ni LOLA en un bonito bolso.

Te prometo que veo cosas que no me gustan con mi retina, que no quiero que sea la de APPLE.

Las estrellas que yo veo son normales no como las que dispara un ZIPPO y cuando quiera abrazarte no hará falta grabarlo con un IPHONE.

Tu bañador es ARENA que cuando voy a la playa hago con ella castillos de mentira y si el sol aprieta no soy unas RAYBAN que les falta una patilla.

Mi alma está más limpia que cualquier camiseta lavada con ARIEL y COLON para mí es un descubridor y no un detergente.

Mi ABUELO es mi abuelo y no la marca de un Melón y cuando como fruta prefiero que sea de ISMA mi frutero, que la de EL CORTE INGLÉS.

Huelo a frutas más que el yogur de macedonia de DANONE y si me besas te va a saber mejor que un helado de MIKO.

Que sepas que soy más transparente que el licor de hierbas DE RUAVIEJA y en mi boca hay ese dulzor amargo que te deja el pacharán ZOCO.

Mi apellido es como la zapas y mis manos solo dibujan cuando quiero yo.

Porque soy una persona, diferente, pero una persona.

Ves, las marcas para las cosas, para los sitios, para las tiendas, pero nunca para las personas. No me etiquetes, inclúyeme eso es lo único que necesito de ti. Me sobran etiquetas, me faltan abrazos para los diferentes.

 

Reflexiones de una persona con autismo


Fotografía: David Martín

Las rutinas del autismo evitan dolor y odio

Las rutinas del autismo evitan dolor y odio

Conozco a un niño, que cada día que se levanta intenta hacerse entender a pesar de no hablar. Emite un sonido que se parece a MAMA y que le sirve a su madre para saber que su ángel ya ha abierto las alas.

Ese niño es rutinario. Peligroso es romperle sus rutinas, pues ve que le están quitando la carta de abajo de su castillo de naipes. Le gusta el zumo, pero procura no cambiarle la marca pues no se lo tomará. En el chocolate si puedes jugar a cambiar los tipos o las marcas pues es su gran debilidad. Le gusta a morir. Por un trozo de chocolate mata, parafraseando a la famosa princesa del barrio.

Ese niño ríe y llora, como el resto, aunque no sepa decirte los motivos. Pero tiene algo mágico. Se hace entender. Sin utilizar lenguaje verbal sabes si quiere una tostada o un donut en el desayuno. Si la cosa se complica es capaz de traerte el tostador o al repartidor de donuts de tu barrio.

Ese niño tiene sus carencias, como el resto de niños del mundo, pero él sabe suplirlas con otro tipo de inteligencia al que no estamos acostumbrados. Su mundo es muy diferente al resto y ve nubes blancas, fuegos en un mar transparente, donde nosotros vemos dos huevos duros cociéndose.

No te dará besos gratis y repartirá caricias por doquier, pero si eres capaz de que te bese o te acaricie notarás una pureza como cuando bebes agua en una fuente natural de la sierra. Esos besos y esas caricias son frescos y limpios sin edulcorantes ni productos extras añadidos.

Ese niño transmite y comunica emociones igual que el resto. Se nota en su mirada si está alegre o si está triste.

Llora de manera diferente cuando su hermano le quita un juguete o le dice que se calle porque no oye la televisión y se alegra cuando te ve, aunque no hace lo mismo que otros niños cuando se alegra.

Ese niño es muy sensible y muy cariñoso. Dentro de sus posibilidades llega hasta a ti, te amaga con abrazos y te pone la cabeza para que le des besos que quizás él no sepa dar. Solo quiere que le abraces y si fuera por él estaría todo el día jugando contigo a las cosquillas.

Ese niño come como si no hubiera un mañana y disfruta comiendo. Se pone contento cuando oye la misiva: A COMERRRRRRRR, si puede se come lo suyo y lo tuyo. Como buen español sabe disfrutar de una buena comida y de un buen rato en la mesa.

Ese niño tiene amigos a su manera, tendrá novias a su manera, querrá a su familia a su manera y sobre todo vivirá a su manera. Eso no lo vamos a poder impedir ninguno de nosotros por mucho que le excluyamos o que intentemos señalarle como a alguien diferente.

Ese niño, si tiene sueño se tumba en el suelo y se duerme, le da igual que esté el Papa, tú o yo o los Rollings Stones. Las normas para él las pusieron otros y no conoce el respeto de muchas de ellas, pero jamás hará algo malo a los que tiene a su lado por un principio que gobierna sus comportamientos: no sabe hacer el mal a los demás. Y evidentemente yo no le voy a enseñar.

Ese niño, no te guardará nunca rencor, pues nunca bebió zumo de ese veneno; ni hará cosas con doble intención, no te odiará, ni insultará y si comete el error de agredirte o morderte es por los nervios de lo contento que está. Jamás habrá mala intención en todo lo que hace.

Ese niño no hace deberes; puede ir desnudo por la casa, pues la gente se lo perdona; ese niño es feliz, pues su mundo sin parecerse al nuestro le evita mucho dolor y mucho odio.

Ese niño, se llama Lucas, es mi hijo y es una persona con autismo.

-Reflexiones de una persona con autismo.

 


Fotografía: David Martín

 

Mi hijo ha sacado una Matrícula de Honor

Mi hijo ha sacado una Matrícula de Honor

Cuando termina el curso los padres estamos ansiosos, ilusionados, contentos; otros tristes, disgustados, amargados… en fin se acumulan muchas sensaciones de mil y un colores y es que ha llegado el momento de las notas finales.

Ese momento en el que nuestros hijos buscarán excusas, motivación para seguir, amargura por creer que han trabajado duro y no han obtenido los resultados merecidos… Pero todos ellos, sin duda, esperan el ansiado verano para jugar a la consola, bañarse en la piscina o esperar a que un chico o chica les haga ojitos convirtiéndose en el mítico amor de verano.

Muchos padres nos enfadamos y no entendemos como nuestro hijo no ha obtenido los resultados que esperaba y que esperábamos. Pues bien, ese momento con un hijo que tiene autismo es radicalmente diferente. Para que veáis la diferencia con otros niños os cuento la reunión de ayer en el colegio de Lucas.

Cuando llegué, la tutora, la pedagoga y el psicólogo estaban enormemente felices. Nada más entrar me dieron la enhorabuena y me dijeron que estaban orgullosos del trabajo que había realizado Lucas y del trabajo que habíamos realizado en casa con él.

Había conseguido mirar más a la gente, ya conseguía alguna vez ponerse los calzoncillos solo y permitía que una profesora le limpiara los dientes durante dos segundos. ¡Exactamente dos segundos!
Han conseguido que cuando alguien entre en una habitación Lucas se toque la cabeza, gesto que quiere decir ¡Hola!

Lucas se acerca más a la gente y consigue tocar ya a un compañero suyo. Notan que tiene más memoria pues es capaz de retener una secuencia de dos órdenes: Lucas deja el plato en su sitio y después coge el yogur. ¡Esto ya lo entiende!

¡Lucas ha terminado el curso de una manera brillante! Consiguiendo pequeños avances que para una persona con autismo son todo un logro. Para mí fue una gran alegría, ¡más que si Lucas hubiera sacado Matrícula de Honor en primero de medicina!

Esta reunión me hizo pensar y reflexionar y como padre quiero compartir con vosotros esta reflexión.
Cada niño aprende a su manera, a su ritmo, y no conseguir sobresalientes o notables sólo quiere decir que el año próximo tendrán un año entero para mejorar. Dejemos que cada persona aprenda a su ritmo y que cada uno alcance su máximo potencial llegando al máximo de sus posibilidades.

Debemos estar agradecidos por lo que tenemos y no sufrir por aquello que no podemos conseguir.
Por lo bien que lo ha hecho Lucas, desde ayer le llamamos en casa EL MATRICULA DE HONOR; que Lucas sea capaz de aguantar el cepillo de dientes en la boca, es como el triunfo que obtiene un cirujano cardiovascular en su primer trasplante de corazón.

-Reflexiones de una persona con autismo.

 


Fotografía: David Martín

 

Las personas con TEA no mienten

Las personas con TEA no mienten

No te lo vas a creer, pero yo nadando crucé el Río de la Plata. Bajé Despeñaperros a 220 km/h y apareció un helicóptero que se puso en mitad de la autovía para que parara. Me comí 7 Whopper y seis Coca Colas de las grandes…

Mi compañero que llego una hora y media tarde al trabajo, dijo que el metro no había abierto las puertas donde él se bajaba….

He oído estas y otras mentiras y no he dicho nada; me he callado y he pensado madre mía como nos gusta mentir.

La mentira está en nuestro ADN. Incluso mentimos al que tenemos delante del espejo: yo no dejo de fumar porque no quiero. Soy capaz de correr un maratón pero prefiero correr un diez mil que es mucho mejor. No hago deporte porque total me voy a morir. Yo me tomo una y me voy. Seguramente no vaya a la cena de Navidad de este año de la empresa. En cuanto llegue el jefe le voy a poner las cosas claras. Mañana me levanto a las 5.30 a estudiar… ¡¡Claro!!

Mentiras por aquí y mentiras por allá y así la verdad que se vaya a merendar que duele y sabe a hiel.
Pues hay un mundo, el del autismo donde la verdad crece y se hace mayor. La mentira no es pequeña, ni se dice por no hacer daño. La mentira simplemente no existe. Una persona con TEA no miente. No sabe lo que es. No mentirá por dejarte mal, ni por sus propios intereses, ni por ganar una posición más alta en el grupo. No mentirá por hacerte daño y por supuesto no mentira por el simple placer de mentir.

Si te dice que el diferente eres tú por no integrar, empieza a hacerlo pues no te está engañando. Una persona con autismo abraza sin llevar cuchillos en las manos para clavártelos en la espalda. Te besará hasta donde le dejen sus labios pero sin mentiras entre medias. Seguramente esquiven tus miradas, pero verás que cuando coincidas con ellas te están diciendo la verdad.

Mi hijo no sabe ni quiere ni puede mentir. No comprendería nunca que si te permite tocarle es porque detrás de esa caricia hay una mentira escondida. Se baña en aguas limpias de verdad y su suciedad es de la arena del parque, no de la mentira para conseguir algo que no puedas darle.

El autismo es un mundo sin mentiras. Lo que hay es lo que ves y no inventan roles ni historias ficticias para ningún fin. La película de sus vidas tienen guiones verdaderos y la ciencia ficción la dejan para otros.

Su imaginación es eso, solo imaginación y no es esclava de la “Bruja mentira”. No dicen verdades a medias ni mentiras enteras y lo único que les importa es mostrarse como son. Si hoy estás con ellos mañana no cambiarán. NO serán otros. El tiempo no adultera su manera de ser, ni de pensar, ni de comportarse.

Son limpios en sus creencias y no las tiñen con el tinte de la verdad de silicona, que se cae en el primer lavado de los desengaños. Las personas con autismo son verdad y hacen de ésta su bandera y estandarte. Aprende a quererles así pues no van a cambiar para gustarte a ti ni a nadie. Son así, son personas verdaderas.

Ojalá no mintiéramos a nadie y mucho menos al que más queremos: a nosotros mismos.

-Reflexiones de una persona con autismo.

 


Fotografía: David Martín