He tenido ocasión de ver claramente que los seres humanos somos únicos y totalmente diferentes en nuestras experiencias, percepciones, opiniones y que somos capaces de emitir comportamientos totalmente diferentes ante un mismo estímulo.

Ante la lectura de uno de mis textos, recibí dos opiniones: una opinión negativa de un padre de una persona con autismo y otra totalmente positiva de una madre.

El primero decía que nunca más volvería a leer mis textos pues veía que eran tremendamente negativos, que no le aportaban nada. Sin embargo la segunda opinión, la de la madre, era tremendamente positiva, decía que agradecía la positividad de mis textos pues le hacían sentir bien.

Era el mismo texto. Decía lo mismo para uno que para la otra pero cada uno lo percibió de una manera totalmente diferente.

Este hecho me lleva a tres reflexiones sobre los familiares de una persona con autismo:

  1. Cada uno de nosotras y nosotros hacemos lo que podemos, lo que sabemos, siempre buscando el fin único y fundamental: el bienestar de nuestros hijos con autismo.

Prejuzgar al otro por su manera de entender el autismo, por su manera de hacer las cosas, es como mínimo chocante cuando somos protagonistas directos de una película en la que tenemos segundo a segundo a nuestro lado a una persona diferente; y prejuzgar no es solo humano si no que es inevitable o es bastante difícil de evitar.

Nuestro cerebro hace un juicio de valor del otro. Hay que recordar que nuestro cerebro está programado, a pesar de su evolución, a la supervivencia de la especie; es necesario saber a quién tienes en frente, siempre está alerta para activar, en su caso, los mecanismos necesarios para el fin último: la supervivencia.

Admitiendo que esto es así, lo dice la ciencia, los humanos encontramos un placer infinito en emitir juicios sobre los otros y no paramos de hacerlo donde queremos, cuando nos da la gana y, lo peor, sin medir las consecuencias.

Intenta no juzgar a nadie y mucho menos a una persona que está dedicando a sacar adelante a su hijo, que es una persona con autismo, pues lo estará haciendo mal, pero lo único que intenta es el bienestar de su pequeño.

  1. El TEA es un trastorno multidimensional que afecta a todos los entornos del individuo y en el que hay muchos actores implicados; esto quiere decir que, padre, madre, te van a llegar juicios de todos los tipos, colores y formas; opiniones basadas en ciencia, basadas en religión, basadas en algún tipo de interés del que la emite, basadas en una profunda ignorancia sobre el autismo. Vivirás innumerables situaciones cotidianas donde tendrás que aguantar opiniones de mucha gente.

En el hospital, en el ascensor, en la cena de nochevieja, en la piscina, en el supermercado, en tus momento de ocio, hasta viendo Netflix habrá gente que quiera emitir su opinión sobre lo que le pasa a tu hijo.

La solución: aprender a filtrar las opiniones y a no sufrir por aquellas que son surrealistas o te hacen daño porque van en contra de tus principios y tus valores.

Intenta hacerte una coraza para las opiniones que te hagan daño. Aprenderás poco a poco a diferenciar las que tienen algo de sentido de aquellas que son fruto de cuestiones que no te harán bien ni a ti ni a tu hijo

En torno a este mundo que tenemos que orquestar alrededor de nuestro pequeño no vale todo. El respeto a los demás, a sus opiniones, a sus consejos nunca han de traspasar determinadas líneas rojas que tú mismo has de establecer.

Por ejemplo, si tú has considerado establecer unas rutinas para tu hijo pues le vienen bien para su estabilidad emocional y viene alguien a opinar o queriendo romperlas, no debes consentirlo.

Con educación y respeto, es necesario hacerle ver a esa persona que no te interesa su opinión o que simplemente lo que está haciendo no le viene bien a tu hijo; si te quiere lo entenderá y dejará de hacerlo, en caso contrario quizás sea el momento de plantearte que es mejor que esa persona no esté a tu lado.

Escucha a todas las personas que intenten ayudarte en relación con el TEA y el bienestar de tu hijo, pero no permitas que traspasen las líneas rojas que establezcas como vitales para que tu hijo llegue al máximo de sus posibilidades.

En fin, vamos a enfocarnos sobre nuestros hijos y dejemos que cada uno lo haga lo mejor posible.

 

Fdo. Un padre con autismo